FLAVIO JOSEFO y curiosidades
(SIGLO I)
Es un historiador
hebreo fariseo. Naturalmente hablaba griego y latín. No era cristiano. Había
nacido en el año 40, o sea a los 10 años de haber muerto Jesús. En el 90 escribió Antigüedades Judías y en ellas hace alguna mención a Jesús de
Nazareth. Es la primera mención
histórica que se haga de Jesús de Nazareth. Pero sobre esas
menciones de Josefo se ha hablado, se ha escrito, discutido muchísimo: que si la
referencia es auténtica, que si falsa, que si es parte auténtica y parte falsa,
que si hay interpolaciones fuera de la época, que si no las hay. Mencionar
todas esas opiniones es un trabajo
inútil. Aclarar los puntos, dudosos, es casi imposible. Bastará recordar
en general que la experiencia nos enseña
que en el curso de la historia,
pasada y presente, una infinidad de hechos, datos, documentos han
sido interpretados, glosados, comentados, modificados , adulterados, a veces de buena fe, casi
siempre de mala fe, con los fines de subrayar determinados hechos o verdades; para glorificar o para denigrar.
Los sabios doctores de la ley judía y los píos monjes o comentadores cristianos
no han sido ajenos a esas
costumbres.
Uno se pregunta: cómo es que no existe ningún registro de la vida de Jesús en los documentos romanos
de la época, ya que debería haber
causado gran conmoción? Y como es
posible que Flavio Josefo, el único historiador “presente” , escritor
meticuloso, que habla por páginas sobre
la ejecución de un personaje secundario,
que escribe exhaustivamente sobre Juan Bautista, como es entendible que un historiador así dedique
solamente dos parrafitos a Jesús de Nazareth: las dos menciones que acabamos de
“ mencionar” ? ¿Y que los dos párrafos
sean considerados con reservas? Y
que tampoco refiera algo sobre los líderes del grupo de cristianos, ni Pedro
y Pablo, ni María? Hace solamente una
referencia a Santiago, “hermano “de
Jesús.
Sabemos que los escritos de Josefo llegaron
hasta nosotros solamente a través de fuentes cristianas.
Es
obvio que han sido manipulados
Flavio Josefo con Neron y Popea .
El
historiador Flavio Josefo no ha sido solamente historiador y tranquilo
estudioso escribiendo en su mesa de trabajo.
En
el 64 siendo poco más que
veinteañero se irá a Roma pidiendo audiencia nada menos que al
Emperador Nerón. Quería interceder para
la libertad de algunos sacerdotes judíos acusados de rebelión contra Roma.
Pero, por motivos desconocidos el
impredecible Emperador Nerón quiso que
el atrevido palestino fuera procesado y encarcelado. Flavio Josefo, el circunciso, venia de
Palestina pero era un joven apuesto, de marcada nariz semita, de agradables
modales y provocó la curiosidad de Poppea, la poco virtuosa esposa de Nerón
en este momento. Evidentemente cayó en sus
gracias y el joven fue liberado, no se sabe si con o sin el consentimiento del Divino Nerón. Tampoco
se supo nunca si compartió, aun que fuera efímeramente, el voluptuoso yacuzzi
de Poppea a base de leche de asna.
Pero,
quien era Poppea? la Emperatriz que salvó al futuro historiador Josefo?
Tácito
nos dice que Poppea tenía “todo”, menos honestidad. Era de una buena familia:
su mamá Poppea Sabina se había suicidado
por las intrigas de Mesalina, la putísima y ninfómana esposa de Claudio. Nuestra Poppea estaba casada en segundas nupcias concierto Otón, un
General favorito de Nerón el cual se la ofreció al Divino como amantes para sus lujurias femeninas.
Porque también el Divino Emperador Nerón, el fuerte, andaba “a la vela y al
vapor”, en busca de variantes sexuales; y con el tiempo estaría bajo la
influencia siempre mayor de su nueva amante. Influencia que fue evidente
cuando, por motivos de “jerarquía”, ella convenció al Emperador que ejecutara su madre Agripina. Y no satisfecha todavía la dulce Poppea
convenció al Divino Nerón que matara también a su esposa, la Emperatriz Claudia
Octavia. Y el Divino, divinamente, le obedeció y Poppea
se transformó oficialmente en
Emperatriz. Pronto se hizo famosa en Roma por su belleza y coquetería, implantando
en la sociedad romana nuevos métodos para mantener radiante su piel que
alimentaba, además que con la leche de asna, con masajes de esperma de jóvenes
mancebos escogidos ad hoc. Pero un buen día, pero malo para ella, el Divino Nerón,
borracho, le dio una patada en el vientre
estando embarazada, la dulce
Augusta Consorte abortó y casi inmediatamente se murió.
El arrepentido Nerón, que a su manera la
amaba, buscó consuelo a su ánimo
afligido entre las nalgas de otro favorito, el homosexual Esporo. Este joven
era de extraordinaria belleza, muy parecido a Popea y Nerón se prendió de él. Los dos se enamoraron
al punto que convinieron en la
castración de Esporo, para que fuera
mujer, casi totalmente. Y el Divino lo
llamaba “mi Popeyita” a recuerdo y honor
a su esposa. El pueblo de Roma, siempre
irónico, comentaba que habría sido mejor para Roma, que la madre de Nerón
hubiese sido así, como el favorito, de manera que Nerón no habría podido nacer
nunca! De todas maneras con la erupción del Vesubio de poquísimos años después,
en el 79, nos llegó, salvada bajo la
lava, después de 2000 años, una de magnificas casas de placer de la Divina Poppea con
casi todas sus correspondientes instrucciones y detalles; y en nuestros
días fue decretada Patrimonio de la
Humanidad, aun que la leche de asna se haya secado.
Flavio Josefo y Vespasiano.
Bueno, regresando al joven Flavio Josefo, aun
sabiendo que Poppea era una mujer muy
peligrosa, quiso aceptar el riesgo y no le fue tan mal en la Ciudad Eterna, ni en
el yacussi de la
Emperatriz. Después de las vacaciones romanas regresó a su
tierra, participó en la
Gran Revuelta contra Roma, fue capturado y conducido frente
al General Vespasiano al cual predijo que sería Emperador. Al poco tiempo Vespasiano fue aclamado Emperador, quiso premiar al adivino, le dio dinero, una
pensión, la ciudadanía Romana
y le regaló una casa suya en Roma.
Otra
espinilla: El Censo.
Se
habla de que Maria y José tuvieron que ir a Belén, porque tenían que
censarse; en el Censo Romano, por
supuesto. En los territorios del Imperio el hecho de registrar eventos era algo
sumamente común y difundido, para cualquier cosa que formara la praxis romana.
Los registradores romanos eran
meticulosos pero, cosa extraña, no hay alguna referencia de ningún censo en aquel tiempo en Palestina. Mateo, el evangelistas Mateo, el segundo en
orden de tiempo, sabía muy bien que las profecías judías decían que el Mesías
TENIA que nacer en Belén. Y en todo el
evangelio se nota que Mateo está
dirigiéndose a los judíos para
convencerlos que Jesús era el Mesías profetizado. Surge por lo tanto la duda de que el buen
Mateo, de buena fe, para no privar a los judíos del beneficio de hacerse cristianos y salvar su alma, haya ligeramente forzado el evento del nacimiento
trasladándolo a Belén, con pastores, ovejitas blancas, Reyes, estrellas, estrellitas y
villancitos de Navidad para que las profecías se cumplieran.
Otra
Espinilla: El Proceso a Jesus
Y
otro caso similar es el del Proceso a Jesús. No hay ningún documento del
Impero, contemporáneo, que haga
referencia a un proceso así antes el Tribunal;
proceso de una cierta importancia, que llevó a una pena capital, y que con el requeteconocido “lavarse las manos” pasó a la historia. Uno se
pregunta: pasó a la historia o pasó a la leyenda?
Otra Espinilla, cómica: Los Mormones
Y a propósito de leyendas ¿no es otro tanto rocambolesco que en pleno
siglo XIX, años 1.800, época de la Revolución Industrial
y de las teorías de Freud y de
Darwin, aparezca en Estados Unidos de
América un joven, un tal José Smith, con
el cuento de que había recibido una “nueva Luz” que revelaba las andanzas de Jesús Cristo en
América del norte porque, después de la Resurrección, Jesús habría
agarrado un barco de la Costa C para hacer una
visita a los Pieles Rojas? Y lo interesante e indicativo es ver cómo las
fantasías se transforman en realidades.Porque esta historia, originalmente
patrimonio de unos poquísimos elegidos, se ha ido difundiendo al punto que hoy
en día hay casi 13 millones de
seguidores, los Mormones, entre los cuales un candidato a la Presidencia de Estados
Unidos.
1 comentario:
Muy buena historia, hubiera hecho falta un historiador contemporáneo como tú, así no tendríamos tantas dudas.
Angel.
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