20 mar 2012

Los Taxi sin taximetro 4/6



LAS  CONFESIONES DESPUES DE UN VIAJE a
través del tiempo






Cuarta parte   4/6      Taxi sin taximetro


“Taxiiiiii….” llamo yo.
Dice el amigo:” No, ¡no llames a ese taxi! ¿No ves que no son de la Línea de Taxi? Es un pirata. Un taxi-pirata. Cualquiera puede comprar una chapa de taxi, ponerla en el techo, el tipo se sube, da la dirección y te  bajan a cualquier esquina, desvalijado y cuidado si vivo.” 
Digo yo:” ¿Y la Policía ¿”
Dice el amigo:” ¿Tú crees que hay policía?”
Naturalmente  yo no creí a eso. Imposible creerlo.
 Lo dice porque es antichavista.
Pero desde entonces instintivamente, antes de hacer gestos al taxista, miraba de reojo, medio avergonzado,  si era oficialmente de una Línea de Taxi.
Taxista "pirata" en Caracas
Taxista: “¿Pa donde?”
Yo “Al Centro Comercial Concresa”
Taxista: “60 bolívares.”
Yo: “¿No son cincuenta?”
Taxista:” Bueno, cincuenta.”
Yo, al rato: “¿No hay taximetro?”
Taxista:” Uhhhhhhh   los había. Los quitamos.”
Yo: “Así que ¿Libre contratación?”
Taxista:” Así es .¿Ud. no he de aquí?”
 Yo: No contesté
Yo, al rato, mirándolo:” ¿Qué edad tienes tu?”
Taxista escueto: “30”
Yo: “Soy veinte años mas venezolano que tu.”
No entendió.   Seguí preguntando.
Yo: “Y si el cliente extranjero  no sabe si está lejos o cerca? ¿Y si el precio es justo?”
Taxista, lógico: “Si es extranjero tiene dólares. Que se baje de la mula, que afloje. Se jodió.”

Taxista al despido:” Aquí  llegamos. Suerte. ¿Ud. es español?”
Yo, serísimo: “No, chico… Soy chino. Adiós.” 

                                                                                                                     ---SIGUE---

15 mar 2012

Plaza Altamira en Caracas 3/6






LAS  CONFESIONES DESPUES DE UN VIAJE a
través del tiempo
Los celebérrimos tequeños!







Tercera parte    3/6    Plaza Altamira en Caracas.

 "No, doctor Marcelino. No estoy muerto todavía"


 Así le contesté al sonriente y efusivo amigo cubano, que había venido a buscarme, a mi, ya recuperado de mi distracción mnemónica y flash relámpago  al ´43.  Fuimos  a su casa y allí me   recibió  la mirada inteligente y alegre de su bella esposa y una deliciosa cenita tropical. ¿ Hace cuantos años conocí al doctor Marcelino? Recién "salido" de Cuba y con otras costumbres, recuerdo con ternura cuando se puse coloradito al  preguntarle yo cuanto le debía por sus prestaciones profesionales de visita medica a domicilio; no estaba todavía acostrumbrdo a cobrar 


Bueno. En la Plaza Altamira, de Caracas, donde me había citado con el amigo Marcelino, está el apartamento mono local (garçonnier- piêde  a terre-bulin-tiradero-matadero, según los inquilinos) que mi hijo Diego  puso muy generosamente a mi disposición durante mi estadía en Caracas. En el mismo edificio  está una arepera: tiendecita simpática de comida típica venezolana, relativamente popular, sin mantel en las mesas y servilletas de papel. Pero, ¿que fue  lo que vi en exposición para gozo inicial de la vista?  Mangos variopintos y enormes…
Mangos
ay…¿cuántos años son que no como un mango que sepa a mango? ¿Recién sacado del árbol? y la papaya…ay, la papaya roja, sabrosisima…y la guanábana y el níspero… y las cachapas de maíz pilado...los tequeños y, también,  los generosos abundantes  batidos  de frutas, y el queso Guayanés y el queso Telita. Si se pide, en Venezuela te traen hasta queso parmesano autentico, queso pecorino romano autentico mientras  los pregoneros ofrecen alegres las imperdibles loterías de no sé cuantos millones de dólares, con  contornos de escotes exhilarantes de las mesoneras que revoletean entre los clientes!  Estoy bien. Me hace bien ese reencuentro entre alegrías y bellezas. ¿Cuántas Miss Mundo han salido de esta Tierra de Gracia?
Lechosa o Papaya
 ¡Cuidado! Aldo, tienes más de 83 años. Recuerda las recomendaciones de tu hija. Lo que  podía decir o pensar o hacer a los cuarenta…eso, ya ni remotamente, ahora...está periclitado.
Repliego  en la comida. Limitémonos a la comida. Se puede pecar  también de gula, en Venezuela. La politicizada   teórica antipatía de las nuevas generaciones de “criollos-criollos” hacia los capitalistas bastardos productos del Imperio, no impide el proliferar, aun que notablemente disminuido, de restaurantes muy buenos, bastante caros, de verdadera cuisine de comida francesa con escargot en el menú, o de la verdadera  comida española de mariscos que huelen a mar a dos kilómetros de distancia;  o de risotto ai funghi di bosco, que huelen a hongos y a bosque.   Los escuálidos, enemigos de las clases pobres, según la terminología Chavista, dicen que hay que cuidarse al salir de esos restaurantes, máxime de noche. Hay  riesgo de atraco.
...y el Jugo de Guanábana!
Yo fui  a uno de esos restaurantes con una pareja de amigos de otros tiempos. Claudia e Hugo. Italianos más o menos de mi edad. Los vi algo desmejorados, mas que todo en el ánimo. Les mentí: Los veo bastante bien, ¡ felicitaciones! Y por  supuesto  me mintieron ellos también... Tiernamente nos mentimos, entre amigos, con el tiempo.
Comimos con precaución. Y a la media hora no sabía de qué hablar con ellos, que no fuera de  problemitas de médicos, medicinas y achaques varios.
Por fin salimos del Restaurant. Ah sí…hubo atraco, claro: la cuenta del restaurant. 
Pero psicológicamente, si  transformas la cuenta en dólares, todo sale barato. Ese es el truquito. Y recordé  el primer churrasco, buenísimo, de carne uruguaya, por supuesto importada,  comido en Roma, antes de salir definitivamente para vivir en Montevideo. Fue  hace diez años.  Solamente el churrasco, el puro y solo churrasco, estaba marcado en 70 euros.
La pareja de viejos amigos me acompañó  muy gentilmente con su coche hasta mi casa, equivocándose dos veces de dirección.  La culpa es de las construcciones nuevas que confunden al pobre viejito que quisiera no cambiar nada en el mundo para no  confundirse.
El ascensor del edificio no funcionaba. Durante mi estadía de un mes en este edificio, un tiempo de lujo,  el ascensor dejó de funcionar en 4 ocasiones. No se consiguen los repuestos… control de cambio y letanías varias. Falsas o verdaderas no sé.

“Suba a pie, seis pisos no son nada. Siga los consejos de Chavez, mi Comandante. Él cuida de su salud. Haga ejercicio”. 
Así más o menos nos exhortaba en otros tiempos tambièn el camarada  conserje, en Roma. ¿Otro flash? 

"Andate su a piedi. Suban a piè. Di corsa, corriendo. ¿ No les da vergüenza? Once pisos no son nada comparados  con los sacrificios de nuestros Legionarios en el frente. Ma vinceremo! Y que viva el Duce."

Yo los subía y bajaba tres veces seguidos los 11 pisos para demonstrar mi sentido de italianidad.
 Tenía 15 años.

                                                                                                                        ---SIGUE ---

10 mar 2012

El Alto Oficial Prusiano 2/6





LAS  CONFESIONES DESPUES DE UN VIAJE a
través del tiempo






segunda parte  2/6  EL ALTO OFICIAL PRUSIANO

...“Nicht diese Toten?”

Recordé en una nebulosa. ¿Cuando fue?  Eso mismo, esa frase, en diferente idioma...¿Quien   dijo eso ?


...¿" No te has muerto todavía?"


 ¿A quién le preguntó el Sargento de la Wehrmacht? Los alemanes estaban retirándose, escoltados. Pensé en Crovesi, el  camarada  paracaidista. Tenía razón cuando decía que nuestro  comandante era inteligente y muy astuto. Una semana antes, el 8 de septiembre de 1.943, en la Isla Italiana de Sardegna (Cerdeña) estaban los Alemanes de la Wehrmacht y los Paracaidistas  italianos de la Fólgore: camaradas en guerra.
Llegó el Armisticio. ¿Armisticio? Se decía que el Gobierno de Badoglio, el que sustituyó al gobierno de Mussolini, por orden del Rey, había pedido armisticio y  se había rendido a las tropas Aliadas. Las tropas Aliadas  eran todo el mundo  contra  el Tripartido que era  Alemania, Japón e Italia. Italia estaba extenuada y dividida. ¿Con Mussolini o con el Rey? Con los alemanes o ¿con los americanos?
¡Pazzzz !   Gritaban las mujeres. 
¡Pazzzz!     Pensaban los hombres.
 Los de la tierra de Macchiavelli, los italianos, en dos mil años de victorias y derrotas, habían aprendido a oler los acontecimientos ante de los dos aliados del momento: los germánicos estaban  frenados por su obediencia disciplinada a las órdenes recibidas y los japoneses  por la deslumbre  de  sus destinos  divinos.
 El comandante Alemán convocó a los oficiales italianos. No era un cualquier patán SS, era un aristocrático oficial prusiano.
" ¡ No!" contestó el Comandante italiano de los paracaidistas Fólgore.
  " ¡ Uds. deben considerarse nuestros prisioneros !"
 “Si se unen a nosotros  seguirán luchando como aliados nuestros. Si prefieren seguir la orden de rendirse de su Rey, serán nuestros prisioneros.”
Y el alto oficial alemán invitó al comandante italiano de la Fólgore al balcón:
"Asómese! y vea Ud.mismo!"
Abajo, en la plazoleta,  la guarnición alemana tenia los fusiles dirigidos  al balcón.
"Pueden considerarse nuestros prisioneros," siguió el comandante alemán.
No...!  "contestó el comandante italiano, "¡Uds. son nuestros prisioneros! Vea Ud. un poco mas  allá.  Todo alrededor de esa plazoleta..."
La entera división de la Fólgore, por precavida orden secreta del Comandante, estaba rodeando  el destacamento Alemán. Los fusiles dirigidos los tenían los italianos también, pero en contra de ellos.
El comandante prusiano se dio cuenta de que las tropas italianas no eran el normal aglomerado de semicampesinos ignorantes, sino tropas de elite: jóvenes fuertes, audaces, deportistas, valientes como debe ser un paracaidista.
Viñeta explicativa de la viñeta:
Gesto típico italiano,
vulgar, para indicar que "¡te hemos fregado!"

Se volvió lentamente y clavó sus frios ojos celestes en el italiano. 
“ Touché”. Dijo. Nada más.

Se llego a un  acuerdo.

La Whermacht  se retiró  hasta el norte de la Isla, escoltada  por los soldados italianos. Los dos altos oficiales se saludaron: pero no con el saludo  otrora Romano y ahora  Fascista y Nazista. Se saludaron con el tradicional saludo militar. Y se fueron cada uno por su lado, a sus nuevos destinos.
Conclusión: la entera isla de Sardegna  fue reconquistada por los italianos sin disparar un solo golpe, sin un solo herido.
Por la inteligencia y astucia del Comandante italiano y el sentido común del Comandante de la Whermacht, a pesar de no haber  leído El Principe.

                                                                                                                     --- SIGUE---

2 mar 2012

Para los Amigos del Blog 1/6


LAS  CONFESIONES DESPUES DE UN VIAJE a
través del tiempo



Primera parte :  1/6   Para los amigios del Blog.


Estimados amigos,
Hace meses que no escribo en este blog.  Aun que  supongo a muchos les haya agradado un poco de descanso de mis peroratas verborróicas, también he notado, en  algunos emails  recibidos, cierta  cariñosa preocupación por  mi silencio. A estas personas debo una explicación.
Escucha lo que te voy a decir… el tema es…(  se diría en Montevideo, este delicioso rinconcito que me abriga por ahora en Uruguay )  que desde meses había planeado salir de paseo por América del  sur como variante a cierta monotonía a la cual no estoy todavía acostumbrado.    Y por primera vez desde años también decidí atreverme “solo” a  este viajecito-aventura.
Sea claro: los tiempos han ya cambiado para mí, de cuando turisteaba en solitario con el entusiasmo exuberante de la primera juventud; o un poco más tarde, en la todavía curiosa y aurea  mediana edad, la mayoría de las veces en compañía de mi esposa y dando  vueltas por los cinco continentes. Han cambiado los tiempos y sobre todo me he cambiado yo. Y ni sé ni quiero saber si mi viaje “a solo” fue por mi voluntad o por falta de  acompañante.  Programé re-visitar muy brevemente Chile pero dedicar algo más de tiempo a Venezuela.
Venezuela: esa  fabulosa Tierra de Gracia, como la llamó Cristoforo Colombo, el venturoso y seductor marino da familia judía nacido en Génova, cuando por primera vez puso pie en tierra firme, en Macuro, amparado por el poder de Fernando de Aragón y las graciosas simpatías de Isabel de Castilla. Todas esas tierras deberían haberse llamado Colombia, en su honor, pero Venezia, logró la victoria toponomástica.
 Así que ahora, con el ya necesario Licet pero también con la ayuda, el cariño y las recomendaciones de  mi esposa e hijos , cargando más de 83 primaveras de errabundear, crucé en mi otoño y con pié casi firme el Rubicón de la pasarela del avión que me llevaría a Venezuela. 
En Venezuela he vivido la mayor parte de mi vida, mis años rugientes. A pesar de las anteriores  inolvidables experiencias de guerra en mi Italia natal y la goliardesca nonschalance por mi título universitario, llegué a Caracas en mis 26 años, todavía  inocente, hijo de papá, sin ninguna experiencia de vida. Me  enamoré de esas tierras, del Caribe, de los Llanos, del  mar, del sol, de los Andes, de las orquídeas, del clima paradisiaco de Caracas, del joropo y las alegrías desbordantes del venezolano que coincidían con mis alegrías de vida.
Al poco tiempo, todavía soltero, tuve y supe adaptarme a la nueva realidad de  vida y moverme en un mundo completamente nuevo para mí. Y debo admitir que viví bien, que viví intensamente mis cincuenta años de Venezuela en una vida folklórica y variopinta como mas tarde seria  definida por un editor.  Tuve casi siempre mucha suerte en todo. En muchos casos inmerecida. A comenzar por lo más importante, la familia, cuyo fulcro real ha sido siempre una estupenda  esposa, para abarcar después también a mis tres hijos y cuatro nietos, ahora esparcidos por el mundo.
Y en este viaje, durante largas horas de reconsideraciones, meditaciones y en  cierta forma confesiones a mí mismo, paseando por esas zonas  de Caracas que un tiempo dominaba pero ahora me domina, pude ver con más nitidez los dos, enormes, principales y graves errores en mi vida.
El segundo, el de estos últimos tiempos, fue el no querer ni saber asimilar el paso de los años. Nada es más falso de la frasecita ridícula: La edad que  cuenta no es la anagráfica, sino la que se  siente.
¡No es verdad! La edad es la que impietosamente refleja el espejo y la que ven los demás. Podrá tener exuberancias casi juveniles, que pueden ser  ciertas y hasta excepcionales,  pero la persona joven  que te mirará, si es que te mira, verá solamente poco más que a un viejo baboso que dice necedades. Y probablemente eso es la verdad actual. y no saber adaptarse  serenamente el paso de los años tienes consecuencias perniciosas hasta para uno mismo. 
Pero el primero de los defectos, quizás más grave aún y que tuve  desde mi adolescencia, o sea  desde casi siempre, fue no haber sabido dominar ciertas  nefastas facetas  de mi carácter  que se han ido agudizando más con el transcurrir del tiempo:   una exasperación  del instinto de conservación que ha producido demasiado egocentrismo con contornos de narcisismo y deseos casi  maniáticos de protagonismos dejando inconscientemente menos  espacio inclusive a las poquísimas personas que de verdad he amado en mi vida. 
La primera persona que me habló de eso fue mi hermana: “A veces es difícil quererte Aldo. Tú hablas y hablas de ti mismo. De tus méritos y hasta de tus fracasos  pero porque consideras un mérito haberlos superados. Pero si yo comienzo a hablarte de mí misma, al rato tu mirada se pierde y la atención desvanece…y los problemas de los demás deslizan de tus hombros… y se te olvidan…nos hieres sin ni darte cuenta…Pero por lo contrario, a veces tienes atenciones y actos de ternura…  y uno no sabe si quererte o mandarte para el carajo…”
En esas cosas pensaba yo paseando en la Plaza Altamira, ya llegado a Caracas, en éste viaje, febrero del 2.012, mirando de reojos el recuerdo de la figura gallarda  que  las mismas vitrinas de las mismas tiendas reflejaban hace cuarenta años. Pero  que ahora reflejan el andar inseguro y rígido de la personas de mi edad.
Mucha gente pulula  ahora en esta zona, un tiempo exclusiva. El Metro lleva allá desde los barios periféricos  el variopinto mestizaje gritón del venezolano. Y ¿las chicas? Yo sinceramente no recuerdo con  que ojos las miraba… antes. Quizás ni las miraba, quizás me miraban ellas, entonces. Ese caminar sinuoso se me había olvidado, ese ondular  acentuado aún más, ahora,  por tacones altísimos, en chicas se clase casi humilde que hace poco usaban  solamente alpargatas campesinas. Y unos escotes… pensé en el gran florecimiento de cirugía estética ya que no recordaba tanta opulencia ni así expuesta. La venezolana, en general, se cuida muchísimo y una modesta empleada es capaz de feroces  ahorros por siglos para  pagarse la plástica al seno. Quizás involuntariamente distraído por observar ese efecto o quizás por no ver bien la acera por mi maculopatìa, tropecé en el paso peatonal. Me falló la rodilla derecha que logré apoyar  casi delicadamente al piso, acompañada de inmediato por la rodilla izquierda.
... quizás involuntariamente distraído,
 me falló  en un escaloncito la rodilla derecha...
“¿Esta Ud. rezando, compay?
Me apostrofó así un muchacho  de por allí.  Y siguió tranquilamente su camino. Que se quede en la casa. Eso debe haber pensado; y no en ayudar al viejo de rodillas. Me levanté, quité un polvo invisible al pantalón beige y al minuto llegó el amigo cubano con el cual me había citado y que no veía desde años.
“¿No te has muerto  todavía?” me dijo sonriendo en un caluroso abrazo. 


                                                                                                                                 --- sigue---