30 nov 2011

Un Emigrante salva a un italiano


Un pot pourrí de
consideraciones
desordenadas.

Hace dos días he leído  en la prensa italiana:
 “En un apartamento de cuarto piso en Italia, en la ciudad de… se encontraban  padre e hijo (el padre hombre de 50 años y el hijo más joven (sic), pero ya adulto. Debido a fuerte incendio en la casa,  el hijo,  aterrado,  quiso escapar del fuego y se lanzó de la ventana. Abajo, en la calle, estaba un transeúnte...” El cual transeúnte no se hizo de lado para evitar que el volante le cayera encima. El transeúnte se colocó lo mejor que pudo  en la trayectoria de la caída  y  agarró al tipo en sus brazos. “Los dos cayeron arrastrados violentamente al piso… y ahora ambos están  en el Hospital...”
 Es un hecho de crónica poco usual. Quizás alguna otra persona  hubiera tratado de salvar a un bebé… quizás…Pero no a un adulto cuya fuerza de choque por la altura debía de ser notable.  Si mis recuerdos de escuela no me fallan mucho, creo recordar que la aceleración   por gravedad tiene un valor de 9 y algo por m/segundo al cuadrado. Más o menos. Mi liceo fue hace mucho. Si consideramos  eso por la altura de cuatro pisos y  la masa del cuerpo, tenemos un peso impresionante para recibirlo como regalo del cielo.  Sin embargo ese transeúnte hizo  el intento de  salvar una vida ajena  arriesgando la suya propia.  Hecho que yo definiría sin duda como heroico o inconsciente, pero sin duda  de generosidad.
La noticia en la prensa terminó allí.  No decía que tipo de herida reportaron las dos personas. Ni dio los nombres. Ni otros detalles.
 Con la excepción de  uno solamente, escrito en un rinconcito pero que no escapó a mi curiosidad: pero ese detalle, enunciado  en passant en la prensa,  me impactó.
 La persona que pasaba  en la calle, no era otro italiano. Ni tampoco era otro europeo.
 Era “solamente” un pobre inmigrante, uno de los tantos pobres inmigrantes que han llegado a Europa en los últimos lustros, con los bolsillos  vacios  y la cabeza llena de esperanzas. Y  son tantos, ahora, y de colores y costumbres tan diferentes   de nosotros y entre ellos; pero no han tenido la suerte que  en otras épocas tuvimos nosotros, los europeos, porque cuando  emigrábamos nosotros, llegábamos  a  países en buenas condiciones  económicos. Ellos, los  que ahora emigran a Europa, llegan a países cultos, refinados, ricos, pero quizás  viejos, ya en decadencia  y últimamente en  graves crisis económicas: lo cual  aúna motivos para  que la mayoría de los europeos los vean con antipatía. Ni que fuera culpa de ellos. Comprensible  en algunos casos, es antipatía-rechazo ni más ni menos de cómo y cuando lo yankee nos llamaban despectivamente WASP a los italianos, y nos catalogaban de piojosos y mafiosos.    El problema no es tan sencillo, hay varios factores que han producido la intolerancia. No es el  sitio para hablar de eso ahora. La conclusión es que por un lado nosotros ahora los necesitamos; pero por el otro los soportamos a duras penas.
 Justamente uno de  esos emarginado fue  quien salvó, a riesgo de su propia vida, la vida de un italiano aterrorizado, según la noticia de la prensa.
Pero, ¿quién era ese emigrante? ¿De dónde venía?
 Ese emigrante venia de un país que para nosotros los Italianos viejos, de más de setenta años de edad, trae  a la mente recuerdo de horrores.
 El emigrante venia de Marroco.  Era un marroquí.

 Y allí  ese detalle me impactó. Me impactó a mí, porque soy de otra época y he vivido  cuando los marroquíes, específicamente los Goumiers,  hacen  65 años, o sea  tres generaciones, formaban parte del Ejercito Francés y  habían llegado  a Italia como libertadores-conquistadores, en el ya lejano 1945.  
                                                      
Los Terribles Goumiers, tropas coloniales
 francesas de Merruecos

En aquella épocas esas tropas eran poco más que animales; eran  beduinos que casi por primera vez en su vida  vestían uniformados según atuendos europeos, con la única característica de su turbante que los distinguía, sembrando admiración  o terror, según los casos.  

“”Son 12000 diablos procedentes de las montañas del Rif. Divididos en bandas más o menos irregulares, llamados "tabores", confiados a oficiales franceses, combaten en una guerra feroz, sin reglas. No hacen prisioneros, pero están acostumbrados a llevarse como trofeos cabezas, orejas y testículos cortados, casi siempre con su víctima viva y consciente. Viven del saqueo y se dedican a toda clase de violencia. ¿Porque han sido enviadas a Italia tropas tan feroces? … Hombres que sufren la misma suerte que las mujeres a las que tratan de defender. En el pueblo de Esperia, una anciana de 80 años y su hija de 60 son salvajemente violadas y torturadas. En total, en las dos aldeas, las victimas son 500, pero muchos casos no se denunciaron por pudor, siendo la cifra pues mucho mayor. Además, casi todas las víctimas quedaron contagiadas de enfermedades venéreas(. Rommel, 2007)…..”” 

   Eran tremendos combatientes, eficacísimos en el cuerpo a cuerpo, los aliados los usaban como carne de cañón en su lucha contra los alemanes. Ellos no combatían para la libertad o la democracia u otros valores éticos  más o menos hipócritamente  sostenidos desde  casi siempre por los europeos. Ellos combatían para el botín  y por las razias: y en sus “culturas” la palabra victoria incluía razia, incluía violar mujeres, jóvenes o  viejas, hombres, niños, todo según antiquísimas tradiciones de guerras.   Violar mujeres en manada era el pasatiempo atroz del vencedor primitivo. ¿Que fue el Rapto de las Sabinas? ¿La Liberación de Jerusalén? ¿ El Saco de Roma? En su guerra contra los “terribles” alemanes, los Aliados ingleses, franceses y hasta norteamericanos  recurrieron a  “soldados” de sus colonias y las volcaron sobre Europa haciéndose en muchos casos muy claramente la vista gorda antes sus excandecencias tribales.
No quiero comentar eso, ahora. El punto  es que al leer  del acto heroico hecho, hoy en día,  anteayer, por un posible nieto de esos marroquíes, al salvarle la vida a un italiano, también posible nieto de una de las tantas mujeres violadas, sentí una gran confusión.  Y se me presentaron   consideraciones sobre los cambios, las variaciones, de cómo todo   se modifica  con el tiempo…     Recuerdos, pensamientos, comparaciones, similitudes, sensaciones, estados de ánimos,  todo eso se mescló  en mí.

 Algo me llevó  a buscar una vieja película  usando    este invento tan útil y tan peligroso que es Internet. La película era  de Vittorio de Sica como Director. No recuerdo ahora el año, pero era el periodo del Verismo Italiano, todavía en blanco y negro, con la Sofia Loren en sus primeras actuaciones. Ralf Vallone…con su mirada limpia. La Ciociara se llamaba la película; Las Dos Mujeres en su versión en Castellano. Me costó conseguirla pero  la conseguí. En ingles. Bueno, pero la conseguí. Y volví a ver la escena terrible del asalto de la manada de marroquíes  a las dos mujeres, la madre y la hija, una chiquilla de quizás 15 años, que quedaron violadas y golpeadas y sin conocimiento, tiradas en el piso, entre  sangre, violencia  y vergüenza. Y aquella piedra, que la madre desesperada al recobrar conocimientos  lanza con odio inútil  contos la camioneta de los oficiales Aliados “blancos” que aparecen poco después, es un grito de horror. Quizás los oficiales no entendieron la tragedia,  o no quisieron entenderla,  pero  fueron ellos los responsables, en fin, de las atrocidades de sus tropas coloniales. Me revolvió el estomago, esa película vuelta a ver a distancia de más de medio siglo.
Quizás estoy insistiendo demasiado en este blog con los recuerdos de eventos tan feroces. Pero esas antiguas imágenes se clavan en la mente de uno. No se borran nunca. La persona que ha vivido en su propia carne los inevitables excesos de las guerras o revoluciones  nunca podrá olvidar.  Así ha sucedido con  los hebreos, que a veces pueden parecer patológicamente insistentes con sus cazas a ex nazistas ya reducidos a viejos  dementes;  y con de algunos chilenos  en su tenacidad contra el ex-decrepito Pinochet. Algo parecido con los “democráticos” de hoy en día  contra militares, dictadores y dictadorcillos, en varios  casos bien apoyados a sus comienzos. Hay que haber tenido un hijo desaparecido para saber de la tragedia de las madres de la Plaza de Mayo.
Pero la mayoría de las gentes quieres olvidar. Y la mayoría de la gente tiene razón. En el mundo todo cambia. Constantemente. La inteligencia,  grosso modo, es adaptación al ambiente.
Es posible que el abuelo de ese emigrado marroquí en Italia haya violado la abuela del mismo italiano que salvó.
Pero nada le quita valor  humano a esa acción de hoy en día.
 Y esa acción debería servir de mónito, advertencia , de recuerdo y enseñanza, para  tratar de eliminar o al menos  reducir tantas intemperancias de  hoy.
 El marroquí que hace casi un siglo fue delincuente y violador, hoy nos salva la vida.  Los chinitos que hace dos siglos nosotros enviciábamos en el opio para nuestro beneficio económico, hoy en día quizás nos salvan de la crisis económica. Al Cristóbal Colon que antaño era  considerado un hombre notable, hoy en día en Venezuela le tumban  la estatua por criminal de guerra.
¿Quieres una linda frase latina, mi especialidad, para cerrar ese post de alguna manera?
 Acqui va:
 SIC TRANSIT GORIA MUNDI. (*)
                                                                    ***


(*) Antiguo mónito al Papa recièn elegido.Literalmente: Asi pasa la gloria en el mundo
     menos literalmente:todo cambia.

25 nov 2011

Ricardo Corazon de Leon y enredos de familiares .


Richard Iº Coer de Lion
King of England
Duque de Aquitania
Duque de Normandie
Conde de Anjou




RICARDO CORAZON DE LEON




Ricardo Corazón de León fue un personaje muy fuera del común. Había nacido en Oxford pero no hablaba ingles con acento oxfordiano: el ingles no lo hablaba en absoluto. Hablaba francés, como la mayoría de la nobleza de la época. A parte de que pasó la casi totalidad de su vida fuera de Inglaterra, máxime en Francia, donde tenía sus mayores dominios. Inglaterra, para él, era demasiado fría y lluviosa. Su padre era  Henry II, Enrique II, Plantageneto, nacido en Francia, Normando, o sea Vikingo y será el Rey más poderoso de la época. Su mamá fue Leonor de Aquitania, quizás la mujer más fascinante de la historia : que había sido esposa del Luis VII rey de Francia y que lo acompañó en la segunda cruzada a Tierra Santa, la que inventó el amor cortes, con todo el antourage de trovadores, poetas vagabundos provenzales,  la que fue infiel a su marido, la que había dicho: Creía haberme casado con un hombre y me casé con un monje; la que, después de casada, a los 29 años conoció a Enrique II de Inglaterra, diez años mas joven que ella, se enamoró de él y él de ella: obtuvo la anulación del matrimonio con el Rey Francés y se transformó en esposa del Rey de Inglaterra, con el cual tuvo la belleza de ocho hijos más, entre los cuales el Ricardo ese, el preferido y al que ayudará durante toda su vida. Bueno, con unos padres así, Ricardo no podía no ser el también un personaje fuera de lo común. Era un joven muy atractivo, cabello rubio con destellos rojos, ojos celestes, componía versos en francés y occitano ( lengua d´oc ). Desde temprana edad demostró  habilidades políticas y militares, era muy valiente y caballeroso. De repente  un dia llega de Francia su prometida, la joven y linda Adela de Francia, hija de Luis VII, el primer esposo de su mamá  Leonor de Aquitania. Pero al buen rey Enrique II, padre de Ricardo, le gusta tanto la jovencita novia de su hijo, que la viola, la posee, la transforma en su amante y hasta tendrá un hijo con ella. Naturalmente hay peleas en la familia, Ricardo se enfrenta a su padre, azuzado por la madre pero Leonor, la no más joven Leonor de Aquitania pagará los platos rotos  y  quedará encerrada: el marido amoroso la manda presa, a no fastidiar mas!. Quedará encerrada por 15  largos años  y será por fin liberada por su hijo Ricardo.

Ese Ricardito, en 1179, a los 22 años,  va a sofocar una rebelión de nobles en  Aquitania  y alli demostró sus habilidades militares: fue muy hábil y muy cruel en lograr sofocarla. Después de un par de años, sofocó otra rebelión, siempre en Francia, en Angoulême. Y allí, cuentan: “Él tomó a la fuerza a las señoras, hijas y parientes de hombres libres de Angoulême y las hizo sus concubinas. Y luego de haber apagado su lujuria con ellas, echó manos a sus soldados para lo mismo…”” ( SIC ) 

Al poco rato, por motivos de conveniencia, se alía con Felipe II, nuevo rey de Francia, el que será Felipe Augusto de Francia, y que era hijo de Luis VII, el primer esposo medio monje de Leonor, mamá de Ricardo. Y en este año, llegan noticias de la batalla de los Cuernos de Hattin, la gran victoria del Saladin en Tierra Santa. Entonces Ricardo decide “tomar la Cruz”. Pero tomar la Cruz no significa partir inmediatamente para Palestina. Ricardo saldrá de Francia en 1190, como Cruzado. Pero antes, con su nuevo aliado, Felipe Augusto de Francia, derrotará a su padre el rey Enrique II en Ballans, Francia, muy cerca de la región de Coñac. Y su padre, con el consentimiento de Juan sin Tierras, el otro hermano, nombrará a Ricardo como sucesor al reino. No se sabe si fue por efecto del coñac de Cognac. A los pocos días Enrique II se muere. Alguien, cierto Roger de Hoveden, historiador ingles, dijo que estando presente Ricardo, el cuerpo muerto de su padre Enrique II sangraba por la nariz. Eso se tomó como signo de que Ricardo había causado la muerte de su padre. Sea como fuera,  Ricardo  será coronado Rey de Inglaterra en Westminster. Ricardo quiso excluir de la ceremonia a judíos y a mujeres; quizás porque la corona era como Rey pero la ceremonia lo consagraba también como Cruzado. Y consideró que era mejor si los infieles judios y las pecaminosas miujeres no contaminaran lo sagardo del evento. Según otro cronista, presente a la coronación,  Ralph de Diceto, unos cortesanos de Ricardo desnudaron y flagelaron a los judíos que se habían atrevido a presenciar la coronación y los echaron a la calle.  A consecuencia de esto la plebe de Londres se sintió autorizada a masacrar judíos: muchos fueron golpeados a muerte, saqueados, quemados vivos y muchos bautizados a la fuerza. Parece que Rey Ricardo desaprobó esas exageradas intolerancias y que castigó a los instigadores, permitiendo a los judíos conversos a la fuerza a que regresaran a su religión. Demostró gran tolerancia;  o sencillamente que no le importaba mucho ni una religion ni la otra. El arzobispo de Canterbury, Baldo de Exeter, demostrando caridad cristiana, no estuvo de acuerdo con este acto de “justicia reparativa” del Rey diciendo: ”Si el Rey no es hombre de Dios, entonces será el Diablo..” Sin embargo Rey Ricardo se preocupó que en víspera de su salida para Tierra Santa no siguieran los desordenes anti judíos y ordenó la ejecución de los más fanáticos revoltosos   antisemitas algunos de los cuales en su afán de desenfrenos habían asaltado y quemado hasta casas cristianas. Y hubo un escrito real donde se ordenaba a todo el mundo que dejaran en paz a los judíos. A pesar de eso, siguieron algunos actos de violencia anti judía, en especial en la ciudad de York.
Mientras  tanto el Saladin  trataba de ocupar  Jerusalén con sus catapultas y el "arma secreta" del fuego griego.
Así que por fin Ricardo, ya Rey, y Felipe II de Francia, todavía no Augusto, decidieron partir juntos. ¿Como dos hermanitos que se quieresn? ¡No! Es que ninguno quería dejar el otro solo, en Europa, por el miedo recíproco que uno ocupase los territorios del otro!! Se subieron los impuestos, se vendieron cargos oficiales, se vendieron tierras, bienes y posiciones. Fue rechazada solamente la proposición de un cierto Reinaldo, el italiano, de comprar por 3.000 libras, una suma enorme, el cargo de canciller. Evidentemente Ricardo no se fiaba de los italianos, ni como compradores: TIMEO DANAOS ET DONA FERENTES.
En cierta ocasión, al reclamarles algunos que él había pasado solamente pocos meses de su vida en Inglaterra y los demás años en el extranjero, él contestó muy francamente que en Inglaterra raramente se veía el sol y que si hubiera encontrado un comprador para Londres la hubiera vendida. Y realmente Inglaterra era la parte minoritaria de sus territorios y le servía solamente para el título de Rey y aproximarse como igual a otros reyes.
En fin en septiembre del 1190 sea Rey Ricardo como Rey Felipe Augusto llegaron a Sicilia. Allí, en la soleada Sicilia, Ricardo tuvo tiempo de pelearse con Tancredo I de Sicilia. Ese Tancredo había encarcelado la viuda del anterior rey de Sicilia, la Reina Juana de Sicilia pero nacida en Inglaterra, hermana de Ricardo Corazón de León. A esta Dama sícula inglesa el Tancredo I ese no le había entregado la herencia de su marido, el difunto rey anterior. Ricardo, nada mas desembarcado, exigió la liberación de su hermana y la entrega de la herencia, que era lo que más le interesaba. Pero, los Sicilianos son sicilianos y el pueblo de Messina se sublevó exigiendo que todos los extranjeros se fueran para sus casas. Ricardo se enojó, atacó Messina, la conquistó, la saqueó y la quemó. Y se quedó tranquilo a esperar que por fin Tancredo I accediera a sus demandas. Por fin llegaron a un acuerdo, típico de la época: La hermanita Juana de Inglaterra y viuda del anterior rey de Sicilia seria liberada y se le devolvería la herencia; Ricardo Corazón de León y Felipe Augusto reconocerían a Tancredo I como rey de Sicilia y serian amigos; el sobrino de Ricardo, el hijo de su hermana Juana, el joven Arturo de Bretaña, seria heredero de Tancredo de Sicilia  y recibiría como esposa una de las hijas de Tancredo; hubo intercambio de regalos, soplaron las candelitas de la torta repartida y Tancredo I recibió como regalo de manos de Ricardo Corazón de León nada menos que Excalibur, la mítica espada del Rey Arturo. Así por lo menos dijo Ricardo, que era la espada sagrada del Rey Arturo.
Y en 1191 después de la Comunión, por fin los dos reyes, de Francia y de Inglaterra, dejaron a Sicilia y siguieron el viaje para los Lugares Sagrados.
Pero, no se sabe si por el mal tiempo o las malas intenciones de Ricardo, éste desembarcó en la Isla de Chipre. Y al llegar a Chipre, ¿qué hace el buen Ricardo? y ¿vistiendo su manto blanco con la Cruz de Cruzado? Se apodera sin más de la ciudad que era gobernada por   Isaac Comnenos. Sigue la inevitable batalla-guerra. Naturalmente gana Ricardo y encarcela a Isaac. Pero debido a que Ricardo había prometido que nunca pondría a Isaac “bajo hierros”, lo encarceló con cadenas plata para mantener su palabra. No se sabe bien lo que Ricardo hizo con la hija de Isaac Comnenos. Pero si se sabe que masacró a todos aquellos que trataron resistirse.
Y con el alma en paz y otra comunión, se embarcó para llegar a Acre, en Tierra Santa, en junio de 1191. Llegó a la playa, se arrodilló, besó la tierra y decidió apoyar a Guis de Lusignan que estaba tratando de mantener su incierta corona como Rey de Jerusalén. Este Guis, además de Rey de Jerusalén, era el viudo de una prima de Enrique II, padre de Ricardo y se llamaba, la muerta, Sibila de Jerusalén. Pero el derecho a ser Rey de Jerusalén era contestado a Guis de Lusignan por cierto Conrado de Montferrat, quien era el segundo esposo de la media hermana de la Reina Sibila: otro enredadísimo enredo de matrimonio entre nobles, viudos o divorciados.

En fin, los “unidos” Cruzados que habían cruzado el mar,cruzaron armas en la ciudad de Acre y la conquistaron. . Ricardo estaba enfermísimo, parece de escorbuto, porque evidentemente no comía verduritas  sino solamente pollos horneados, faisanes y jabalíes. Eso no impidió a Ricardo que, una vez conquistada la ciudad, se peleara con los “hermanos“ de armas. Cruzaron palabras de ofensas recíprocas. Que Leopoldo de Austria se había atrevido a colocar su pendón, su bandera, al lado de las de los dos Reyes, siendo el solamente Duque. Ricardo agarró el pendón de Leopoldo y lo tiró al suelo. Leopoldo se ofendió y se retiró de la cruzada. Después Ricardo se peleó también con Felipe Augusto, el mismo Rey de Francia que había sido enemigo y amigo de Ricardo y en los últimos tiempos, según las malas lenguas, también más que amigos, mejor dicho, amigos intimísimos. Y de esta tendencia de Ricardo se había hablado también en otra ocasión, a propósito de su esposa Berengaria de Navarra, la que Ricardo había casado aun teniendo como novia oficial a Adela de Francia, la primera novia de Ricardo, amante de su padre Enrique II. Y se decía que Ricardo se había casado con ella,con Berengaria, por dos motivos: el primero porque le llevaría en Reino de Navarra como feudo y el segundo, porque al machísimo Ricardo Corazón de León le gustaba el joven hermanito de Berengaria, el que sería más tarde el Rey Sancho de Navarra. En fin, dicen los franceses, “se navegaba a la vela y al vapor!" Al poco tiempo también Felipe Augusto dejó la Cruzada. Y parece que sea a él como a su amigo y colega Ricardo le había llegado una alopecia por la cual perdieron el cabello y el rey de Francia hasta la vista de un ojo. Quizás como castigo divino para sus avenencias.  

Bueno. Ricardo se quedó solo, entonces. Y para no sentirse tan solo decidió quedarse con 2.700 musulmanes como rehenes para tratar con Saladin.
Pero como al mismo tiempo quería seguir en su campaña y sabia que los prisioneros les serian de estorbo, los mandó a degollar todos, a pesar de ciertos convenios ya iniciados con el Musulmán. Se encontró después con las fuerzas de Saladin y en Arsuf  le ganó en batalla.
Fue la primera victoria de Ricardo en Tierra Santa en pelea directa con Saladin.
Pero Ricardo quería negociar con Saladin y le ofreció en matrimonio su  hermana Juana, la de Sicilia e Inglaterra, la viuda liberada por él de las garras de Tancredo I, con contorno de herencia. La oferta era para al hermano de Saladin, que se llamaba Al Adil. No se sabe si la oferta era un ardid para ganar tiempo. Pero la idea de este matrimonio a la francesa no le gustó a los musulmanes y quizás tampoco los entusiasmaba la no ya joven Juana. La proposición no tuvo éxito. Saladin perdió como 7.000 hombres y Ricardo pudo dirigirse hacia Jerusalén. Llegó hasta 20 kilómetros de la Ciudad Santa. Allí hubo escaramuzas, pero, sea Ricardo que Saladin se dieron cuenta que ambas posiciones eran insostenibles. Y advinieron a un acuerdo, por fin, el día dos de septiembre de 1192. Los cristianos tendrían libre acceso, como peregrinos, a la ciudad de Jerusalén y su presencia seria bien tolerada.


Escudo de Armas de
Ricardo Iº
Corazòn de Leon


En el periodo del romanticismo, su figura renació como ejemplo de caballerea.
Algunos lo han tratado como un depravado homosexual.
Otros escribieron de él como asesino sin piedad de los musulmanes. En la literatura infantil generalmente se le presenta como caballero heroico.
Los ingleses lo adoran. Lo de haber asociado su persona con Robin Hood, es una falacia.  Si Robin Hood existió, fue mucho tiempo después.
Un veredicto muy interesante sobre Ricardo Corazón de León nos dice que “ Fue un mal hijo, un mal marido, un mal Rey, pero un esplendido soldado y galante.”
En fin un hombre fuera de lo común y como casi todos los grandes, con grandes meritos y grandes defectos.

                                                                            **

Mi comentario? QUOD LICET JOVI NON LICET BOVI.
Mi traducción?  Todos los hombres son iguales, pero hay algunos que  son más iguales que otros.

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20 nov 2011

Recuerdos de Venezuela: El Vigilante Tuerto

Recuerdos de Venezuela:

El vigilante tuerto
Por alli, en el año 1968, en Venezuela,  yo era, con mi compañía de construcciones,    un Contratista del Ministerio de Obras Públicas.  Tenía que construir un dique marginal   de varios kilómetros todo a lo largo de un rio,  para que en los periodos de fuertes lluvias no se inundaras hectáreas y hectáareas de terreno. Era un contrato mediano, ganado en licitación pública, de unos  dos y medio millones de dólares: dólares del año 68.  Este  relato se refiere a mi primera visita en la zona.   Recuerdo con ciertas nostalgias, ahora,  después de más de 40 años, algunos  folklores del interior de Venezuela.

Rafael Albornoz, el tuerto, había sido el primero de la zona en salir conmigo, por tierra o en lancha, a fin de conocer a los ribereños del rio Catatumbo y tratar de negociar los problemas con aquellos que no le daban paso a la maquinaria hasta que no recibieran las “expropiaciones.” Y como contaba con ciertos derechos de prelación por haber sido el primero en acompañarme a la zona, yo tenía que darle algún trabajito que le conviniera. De modo que lo enganché como vigilante nocturno.
–Usté sabe, dotol, que aquí hay mucha gente mala. Si usté deja su equipo al sereno se lo pueden dañar.
–¿Pero no me habías dicho, la primera vez que te vi, que la gente de acá era buena?
–Sí, claro, dotol, yo le dije eso. Hay gente buena, pero todo lo bueno puede volvése malo, ¿no? Como las frutas cuando se pudren. Todo en la vida cambia. Si no hay tentación, claro, todos serán buenos. Pero si usté le pone a esta gente un depósito de maquinarias al lado de sus casas, con gasoil y esas cosas de la compañía que tienen valor, pues viene la tentación y suácate, lo bueno se transforma en malo.
–Rafael–, le dije. –Déjate de inventos. O se es bueno o se es malo.
–No, dotol. Mire: yo le voy a explicar polque usté no entiende. Usté es un buen marido, ¿veldá? Usté se polta bien, yo nunca lo he visto por aquí con una hembra. Pero es polque no tiene tentaciones. Quisiera verlo si en lugar de estas indias malucas y arrugadas hubiera esas hembrotas que le quitan el aliento a uno.  
India del Catatumbo, no arrugada todavía.

¿Ve? ¿Ve que usté se ríe? Eso es polque está entendiendo, polque sabe que tengo razón. Entonces, le explico: yo soy como el ángel de la guarda de su equipo. Pa' prevení las tentaciones. Yo le trabajo como vigilante noctulno y usté no se preocupa polque nada le va a faltá.
Así que lo contraté como vigilante nocturno en el campamento por el solo hecho de que me había caído bien. Y me olvidé de él.
Una semana después el jefe de personal, Concetto, me dijo que el vigilante quería una escopeta. Cuando fui a la obra hablé con Rafael de nuevo.
–¿Y usted para qué quiere la escopeta? ¿Para espantar las tentaciones?–, le pregunté. Este condenado tuerto me era simpático.
–Guá, dotol, por dos razones. –Me mostró los dedos índice y medio por si me quedaba alguna duda del número de razones. Continuó con su tono pedagógico: –La primera, es que todo vigilante que se respete debe está armado, ¿veldá? Para casos de peligro, de emelgencia, como quien dice. La segunda es que, dotol, usté sabe que… ¿a usté le gusta la lapa?

Mamífero AGOUTI PACA ( Lapa )

–Claro, por supuesto–, me deben haber brillado los ojos.
–Polque aquí hay mucha lapa y es facilísimo cazarla con una escopeta. No necesito una de dos tiros. Pa' mí de un tiro sobra. Donde pongo el ojo pongo la bala. Y como tengo un solo ojo, no me puedo equivocá. Y yo le aseguro, dotol, que si cazo dos lapas, una es pa' usté.
Le mandé a comprar su escopeta de un solo tiro. Y a Gabriella le pedí que revisara su vieja receta de lapa al Alcañiz, pues a lo mejor llevaría una desde el Sur del Lago.
Otra vez me había olvidado de Rafael cuando, dos o tres semanas después, Concetto me dijo que el vigilante Albornoz quería una cama para dormir.
–¿Cómo una cama? ¿Una cama para un vigilante nocturno?–, le dije al jefe de personal. –Se volvió loco. Ni siquiera escuches una petición así.
Pero días después, cuando fui a la obra, Rafael me estaba esperando en el aeropuerto de La Fría.
–Caramba, Rafael, ¿qué te pasa ahora?–, yo estaba cansado del viaje, del vuelo a través de los relámpagos del Catatumbo, de los whiskys que le había pedido a la aeromoza para tranquilizarme, en fin, de lo de siempre.
–Mire, dotol, yo me apelsoné aquí pa'hablá en pelsona con usté polque tengo enemigos, ¿sabe? Como todos saben que usté es amigo mío, ahora me quieren fregar. Me tienen envidia polque soy amigo suyo de usté. Polque somos amigos, ¿no?
–Sí, claro que sí. –Ya empezaba a reírme otra vez con este tuerto del carrizo que, aunque me mentía cada vez más, seguía cayéndome bien. –Dime, pues, ¿cuál es el problema?
–Bueno, que me tienen envidia. Yo les pedí una cama pa'dolmí y no me la quieren dar.
–Pero Rafael–, ya estábamos saliendo del aeropuerto. –¿Cómo vas a dormir si eres vigilante nocturno? Es absurdo.
–Guá, pero yo duelmo de día pa' vigilá de noche. La gente tiene que verme dulmiendo de día y así todos saben que de noche estoy bien despielto. ¿Se acuelda? El ángel de la guarda…
–Sí, claro que me acuerdo. Pero ya me han dicho que también duermes de noche, cuando deberías estar vigilando. Imagínate: si te doy una cama, te autorizo a roncar a pierna suelta toda la noche.
Rafael se detuvo e hizo un histriónico gesto de horror, tapándose la cara con las manos.
–¿Ve, ve? Ahí está el error, dotol. Yo sabía que lo tenían engañado, yo sabía. ¡Le juro que lo sabía! –Se besó el pulgar y el índice para cerrar el juramento y siguió caminando–. Claro que me acuesto, pero sigo vigilando. ¿No dicen que un buen vigilante duelme con un solo ojo? ¿Y cuántos ojos tengo yo, ah? ¡Cuente, cuente! ¿Cómo voy a vigilá yo? Si tengo un solo ojo, quiere decir que siempre vigilo con un solo ojo, o sea que soy un buen vigilante.
El silogismo parecía lógico.
–Además, dotol–, continuó–, cuando duelmo de veldá veldá, polque a veces yo también duelmo de veldá; cuando duelmo de veldá, le decía, la gente no sabe si estoy dulmiendo o si estoy despielto. Porque yo siempre cierro un solo ojo. ¿Para que voy a cerrar el ojo malo que no ve? Entonces cierro el ojo bueno y el malo lo dejo abierto, pa'que la gente se crea que tengo abielto el ojo bueno y no me roben. ¿Le han robado algo, dotol, desde que soy vigilante?
–Que yo sepa, no.
–Bueno, entonces, si yo le sigo cumpliendo, usté me puede dar esa cama, ¿no?
–Pero Rafael, ¿y las lapas? ¿No conseguiste ni una hasta ahora?
–Verá, dotol, yo le explico: las lapas están ahí, pero están en celo, ¿sabe? Y eso hay que respetálo. No es correcto disparále a un animal mientras está… usté sabe, mientras uno está en sus cosas con una hembra hay que dejálo tranquilo. Eso es sagrado. A usté no le gustaría, ¿no? Bueno, los animales son como uno, hay que respetá eso…
Lo dejé hablando solo y me escapé con el ingeniero que hacía rato me estaba esperando con el carro en la entrada del aeropuerto.
¿Qué iba a hacer con este endemoniado Rafael  Albornoz?
                                                     ***

El famoso relampagueo del Catatumbo.

Cuando, a los dos años, terminamos por fin la obra con grandes pérdidas económicas y otro sinfín de problemas, Rafael Albornoz fue el único que se acordó de mí. Me envió a la oficina cuatro lapas con una nota donde confesaba que le había dicho al ingeniero que le habían robado la escopeta, pero que era mentira porque a él nunca nadie le robó nada. Decía que se había quedado con la escopeta después de los trabajos y la guardaba para mí, como un recuerdo de nuestra amistad, para ir a cazar juntos si alguna vez yo volvía a pasar por allí. 

15 nov 2011

Recuerdos de Venezuela :Gas a domicilio

Recuerdos de Venezuela:

GAS A DOMICILIO

Concetto arrancó el motor y nos fuimos río abajo. Nos acompañaban un fiscal del ministerio y el baquiano de la zona, Rafael, que tenía un ojo malo y se aferraba, nervioso, del borde de la lancha.
–¿No sabes nadar?
–Sí, claro que sé, pero no donde no hago pié.
Llegar en canoa nos tomaría casi dos horas. Los pájaros gritaban sus improperios por nuestra ruidosa intromisión. Los chigüires se limitaban a mirarnos de lejos, demasiado indolentes para protestar. El río fluía lentamente, perezoso en una zona donde no hay sino río ladeado por selva. A veces aparecía un claro, con algún ranchito aislado.
–¿Así que el Ministerio no les ha pagado las bienhechurías a los ribereños?–, le pregunté a Rafael.
–¡Qué va! Cuando vienen en comisión dicen que van a pagá, pero después… de repente sí pagan, pero pagan lo que les da la gana, quién sabe cuándo y, al final, uno trabaja pa'nada.
–Las cosas de palacio van despacio–, sentenció el fiscal para participar de algún modo.
Los ribereños del Río Catatumbo o pisatarios, como les llamaban en el Ministerio, no eran propietarios de la tierra sino que la pisaban para construir sus viviendas. Estaban allí porque habían ido sin molestar a nadie y sin importarle a nadie. Tenían algunos sembradíos; los «ricos» a veces algo de ganado. Las expropiaciones de esas tierras eran en realidad el pago de las bienhechurías: cincuenta matas de plátano, siete matas de eso, cuatro metros cuadrados de aquello. Pero esos pagos a los pisatarios tardaban, como siempre tarda todo por la folklórica imprecisión administrativa del gobierno. Así pues, mientras los conuqueros no recibieran el dinero, el contratista debía resolver a su modo el problema. «Tú sabes, chico, tírales algo para que te dejen trabajar, después el Ministerio te reembolsará». Durante mis primeros años de actividad como contratista, estas imprecisiones o «mas-o-menismos» me irritaban. Sin embargo el acta de comienzo de la obra del Ministerio comenzaba a correr y el hecho de que no se hubieran completado las expropiaciones no era una excusa válida para no ejecutar el contrato. De modo que, siempre, «más o menos» algo se «arreglaba». «Más o menos» y «arreglarse» fueron dos expresiones que, con el tiempo, en Venezuela aprendí a conocer con todas sus implicaciones y consecuencias. Nada que hacer. Imposibles de cambiar. Si no te gustaba, era mejor desarrollar otra profesión o meterse a sacristán.
–Dotol–, me sugirió Rafael–, si usté quiere que le den paso a su maquinaria, tiene que pagarles algo. Eso es lo que esperan. «Ahora cuando venga la gente de la Compañía le pedimos», es lo que dicen. Pero usté dice que quiere hablar con el mandamás. Bueno, allá vamos, yo los acompaño. Pero mire que ellos no creen en pajaritos preñaos. O usté afloja el cobre y se baja de la mula, o no le dan paso.
Llegamos al estuario; donde el Catatumbo desagua en el Lago de Maracaibo. Había palafitos. Pequeñas chozas construidas sobre una base sostenida a medio metro sobre el nivel de las aguas y asentada al fondo con palos, según una tradición de hace diez mil años. Pero nunca había visto uno en uso. Nos desviamos un poco de la ruta para curiosear cómo vivían estos venecianos del Zulia. Altamira y Lescoux, pensé, pero sin pinturas rupestres.
–Así que hay gente que todavía vive en palafitos–, le comenté a Concetto, el topógrafo italiano que funcionaba también como jefe de personal.
Los habitantes no eran indios puros como yo suponía, sino una mezcla de indio, negro, mulato y quién sabe qué. Y pequeños. Los muchachitos andaban desnudos, naturalmente o, si no, harapientos. Tenían ojitos vivaces que seguramente ya serían apagados por la caña. Hijos de padres desconocidos, pertenecían más a comunidades que a individuos. Todos ellos eran los más pobres de la zona y siguen siéndolo. Los más hábiles habían emigrado. El más hábil y el más inquieto es siempre el que emigra, así como inicialmente emigró el ser humano de África, hace cientos de miles de años. Algunos de estos «palafiteños» habían emigrado a pocos kilómetros, río arriba, para asentarse a lo largo de las orillas del Catatumbo, tomando porciones de tierras anegadizas por las crecidas y sembrando lo que siempre siembran los conuqueros. Algunas semillas y a esperar a ver si crece algo.
Volvimos río arriba para buscar al famoso mandamás que no le quería dar paso a la maquinaria. Nos atendió una mujer. Era una casucha miserable, pero en tierra firme. «Firme», por supuesto, es una forma de decir, pues comparada con los palafitos la casa resultaba bastante estable, aunque eran tierras susceptibles de inundaciones periódicas.
–Pero es difícil que el agua suba hasta acá–, nos dijo la mujer.
–¿Y si sube?
–Si sube nos jodemos.
–¿Y su marido, doña?
–¿Quién? ¿Juan?
–Sí, Juan. –Confirmó Rafael, el baquiano.
–Se fue pa' Encontrados, pa' comprá no sé qué.
–¿Será caña?–, preguntó Rafael pícaramente.
–¿Y con qué va a comprá caña? Él no trabaja. Es más flojo que la mandíbula de arriba. Se la echa de jefe y la que trabaja soy yo, ¿sabe? Pero mire, dotol–, dijo, dirigiéndose hacia mí–, ¿usté es de la Compañía, no?
–Él ES la Compañía–, precisó Concetto.
–Bueno, dotol, no es que nos queramos aprovechar de usté, ¿no?, pero si me tumban mi conuquito ¿qué vamos a comé? Ellos dicen que pagan–, y señaló con los labios al fiscal del Ministerio, que sostuvo altivamente las miradas de todos–, pero mientras no nos paguen, ¿qué les doy de comé a los pelaos?


gas a domicilio

Hizo una pausa y continuó: –Si usté es un pesao, dotol, y usté entiende, entonces págueme algo a mí y que después el Ministerio se lo devuelva a usté. Pero yo no puedo darle paso si no veo los riales, billete sobre billete. ¿Qué le doy de comé a los pelaos mientras el Ministerio se tarda en pagá? ¿Ah? Su familia no se va a morí de hambre si usté no tiene esa plata por un año, pero la mía sí. Menos mal que no está Juan. Él hubiera aceptado cualquier limosna pa' su agualdiente.
La petición era razonable. Era una mujer fuerte en una civilización matriarcal donde el hombre parece fallar endémicamente.
–¿Quieren un cafecito? –entendió que yo le daba la razón.
Todos asentimos. La mujer agarró una perolita de peltre, la llenó de agua de río y se alejó de la casa. « ¿Dónde tiene las hornillas?», me pregunté. La seguimos con la mirada y la vimos agacharse a diez metros del ranchito, en un recuadro de tierra compactada y limpia de vegetación, para poner la olla sobre el suelo.
– ¿Qué hace?–, le susurré a Rafael–. ¿Calienta el agua al sol?
–No, es que de allí sale gas.
– ¿Cómo?–, me acerqué con curiosidad a la mujer. «Sale gas», me repitió Rafael desde adentro de la casa. Me agaché y, efectivamente, en esa plazoleta de tierra compactada había tres huequitos de donde salían tres llamitas azules: el escape de algún depósito de gas de las entrañas de la tierra. «Quizás es gas metano», pensé, «que sale al aire libre. Claro, una vez prendido, no se apaga nunca».
–Gas a domicilio y gratis–, se reía Rafael.

Los Indios que yo veía por alla, en Venezuela
Concetto tenía una expresión preocupada. ¿Estábamos encima de…? ¿De qué? ¿Y si eso explotaba de repente?
– ¿Hace tiempo que usted tiene ese gas, doñita?–, pregunté, no menos preocupado.
– ¡Uuuuf!–, respondió–. Hace añales, desde que nos vinimos pa'cá. Cuando vi la llama decidí que nos quedábamos aquí. Por lo menos así tenía fuego en la casa, ¿no, dotol? Bueno, tómese el café pero consígame los cobres pa' mi conuco y yo le doy paso. Si no, nanay nanay.


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nota: Alguien me dijo que la viñeta gas a domicilio son manchas indecifrables. Trataré de decifrarlas:
1) A la izquierda tres palitos en forma de tripode. En el medio, colgado, un cazo con cafe; abajo las llamas del gas a domicilio. Detras del tripode, la   india con trenzas y vestido indio largo. Al lado, un poco alejado en actitud de escaparse, un tipo con sombrero(YO). Encima de mi unos pajaros gavilanes, mirando a las gallinas y sus pollitos. Al lado un perro.  Todo a la  derecha los pies del marido en la hamaca. Ahora ¿se entiende?