30 nov 2011

Un Emigrante salva a un italiano


Un pot pourrí de
consideraciones
desordenadas.

Hace dos días he leído  en la prensa italiana:
 “En un apartamento de cuarto piso en Italia, en la ciudad de… se encontraban  padre e hijo (el padre hombre de 50 años y el hijo más joven (sic), pero ya adulto. Debido a fuerte incendio en la casa,  el hijo,  aterrado,  quiso escapar del fuego y se lanzó de la ventana. Abajo, en la calle, estaba un transeúnte...” El cual transeúnte no se hizo de lado para evitar que el volante le cayera encima. El transeúnte se colocó lo mejor que pudo  en la trayectoria de la caída  y  agarró al tipo en sus brazos. “Los dos cayeron arrastrados violentamente al piso… y ahora ambos están  en el Hospital...”
 Es un hecho de crónica poco usual. Quizás alguna otra persona  hubiera tratado de salvar a un bebé… quizás…Pero no a un adulto cuya fuerza de choque por la altura debía de ser notable.  Si mis recuerdos de escuela no me fallan mucho, creo recordar que la aceleración   por gravedad tiene un valor de 9 y algo por m/segundo al cuadrado. Más o menos. Mi liceo fue hace mucho. Si consideramos  eso por la altura de cuatro pisos y  la masa del cuerpo, tenemos un peso impresionante para recibirlo como regalo del cielo.  Sin embargo ese transeúnte hizo  el intento de  salvar una vida ajena  arriesgando la suya propia.  Hecho que yo definiría sin duda como heroico o inconsciente, pero sin duda  de generosidad.
La noticia en la prensa terminó allí.  No decía que tipo de herida reportaron las dos personas. Ni dio los nombres. Ni otros detalles.
 Con la excepción de  uno solamente, escrito en un rinconcito pero que no escapó a mi curiosidad: pero ese detalle, enunciado  en passant en la prensa,  me impactó.
 La persona que pasaba  en la calle, no era otro italiano. Ni tampoco era otro europeo.
 Era “solamente” un pobre inmigrante, uno de los tantos pobres inmigrantes que han llegado a Europa en los últimos lustros, con los bolsillos  vacios  y la cabeza llena de esperanzas. Y  son tantos, ahora, y de colores y costumbres tan diferentes   de nosotros y entre ellos; pero no han tenido la suerte que  en otras épocas tuvimos nosotros, los europeos, porque cuando  emigrábamos nosotros, llegábamos  a  países en buenas condiciones  económicos. Ellos, los  que ahora emigran a Europa, llegan a países cultos, refinados, ricos, pero quizás  viejos, ya en decadencia  y últimamente en  graves crisis económicas: lo cual  aúna motivos para  que la mayoría de los europeos los vean con antipatía. Ni que fuera culpa de ellos. Comprensible  en algunos casos, es antipatía-rechazo ni más ni menos de cómo y cuando lo yankee nos llamaban despectivamente WASP a los italianos, y nos catalogaban de piojosos y mafiosos.    El problema no es tan sencillo, hay varios factores que han producido la intolerancia. No es el  sitio para hablar de eso ahora. La conclusión es que por un lado nosotros ahora los necesitamos; pero por el otro los soportamos a duras penas.
 Justamente uno de  esos emarginado fue  quien salvó, a riesgo de su propia vida, la vida de un italiano aterrorizado, según la noticia de la prensa.
Pero, ¿quién era ese emigrante? ¿De dónde venía?
 Ese emigrante venia de un país que para nosotros los Italianos viejos, de más de setenta años de edad, trae  a la mente recuerdo de horrores.
 El emigrante venia de Marroco.  Era un marroquí.

 Y allí  ese detalle me impactó. Me impactó a mí, porque soy de otra época y he vivido  cuando los marroquíes, específicamente los Goumiers,  hacen  65 años, o sea  tres generaciones, formaban parte del Ejercito Francés y  habían llegado  a Italia como libertadores-conquistadores, en el ya lejano 1945.  
                                                      
Los Terribles Goumiers, tropas coloniales
 francesas de Merruecos

En aquella épocas esas tropas eran poco más que animales; eran  beduinos que casi por primera vez en su vida  vestían uniformados según atuendos europeos, con la única característica de su turbante que los distinguía, sembrando admiración  o terror, según los casos.  

“”Son 12000 diablos procedentes de las montañas del Rif. Divididos en bandas más o menos irregulares, llamados "tabores", confiados a oficiales franceses, combaten en una guerra feroz, sin reglas. No hacen prisioneros, pero están acostumbrados a llevarse como trofeos cabezas, orejas y testículos cortados, casi siempre con su víctima viva y consciente. Viven del saqueo y se dedican a toda clase de violencia. ¿Porque han sido enviadas a Italia tropas tan feroces? … Hombres que sufren la misma suerte que las mujeres a las que tratan de defender. En el pueblo de Esperia, una anciana de 80 años y su hija de 60 son salvajemente violadas y torturadas. En total, en las dos aldeas, las victimas son 500, pero muchos casos no se denunciaron por pudor, siendo la cifra pues mucho mayor. Además, casi todas las víctimas quedaron contagiadas de enfermedades venéreas(. Rommel, 2007)…..”” 

   Eran tremendos combatientes, eficacísimos en el cuerpo a cuerpo, los aliados los usaban como carne de cañón en su lucha contra los alemanes. Ellos no combatían para la libertad o la democracia u otros valores éticos  más o menos hipócritamente  sostenidos desde  casi siempre por los europeos. Ellos combatían para el botín  y por las razias: y en sus “culturas” la palabra victoria incluía razia, incluía violar mujeres, jóvenes o  viejas, hombres, niños, todo según antiquísimas tradiciones de guerras.   Violar mujeres en manada era el pasatiempo atroz del vencedor primitivo. ¿Que fue el Rapto de las Sabinas? ¿La Liberación de Jerusalén? ¿ El Saco de Roma? En su guerra contra los “terribles” alemanes, los Aliados ingleses, franceses y hasta norteamericanos  recurrieron a  “soldados” de sus colonias y las volcaron sobre Europa haciéndose en muchos casos muy claramente la vista gorda antes sus excandecencias tribales.
No quiero comentar eso, ahora. El punto  es que al leer  del acto heroico hecho, hoy en día,  anteayer, por un posible nieto de esos marroquíes, al salvarle la vida a un italiano, también posible nieto de una de las tantas mujeres violadas, sentí una gran confusión.  Y se me presentaron   consideraciones sobre los cambios, las variaciones, de cómo todo   se modifica  con el tiempo…     Recuerdos, pensamientos, comparaciones, similitudes, sensaciones, estados de ánimos,  todo eso se mescló  en mí.

 Algo me llevó  a buscar una vieja película  usando    este invento tan útil y tan peligroso que es Internet. La película era  de Vittorio de Sica como Director. No recuerdo ahora el año, pero era el periodo del Verismo Italiano, todavía en blanco y negro, con la Sofia Loren en sus primeras actuaciones. Ralf Vallone…con su mirada limpia. La Ciociara se llamaba la película; Las Dos Mujeres en su versión en Castellano. Me costó conseguirla pero  la conseguí. En ingles. Bueno, pero la conseguí. Y volví a ver la escena terrible del asalto de la manada de marroquíes  a las dos mujeres, la madre y la hija, una chiquilla de quizás 15 años, que quedaron violadas y golpeadas y sin conocimiento, tiradas en el piso, entre  sangre, violencia  y vergüenza. Y aquella piedra, que la madre desesperada al recobrar conocimientos  lanza con odio inútil  contos la camioneta de los oficiales Aliados “blancos” que aparecen poco después, es un grito de horror. Quizás los oficiales no entendieron la tragedia,  o no quisieron entenderla,  pero  fueron ellos los responsables, en fin, de las atrocidades de sus tropas coloniales. Me revolvió el estomago, esa película vuelta a ver a distancia de más de medio siglo.
Quizás estoy insistiendo demasiado en este blog con los recuerdos de eventos tan feroces. Pero esas antiguas imágenes se clavan en la mente de uno. No se borran nunca. La persona que ha vivido en su propia carne los inevitables excesos de las guerras o revoluciones  nunca podrá olvidar.  Así ha sucedido con  los hebreos, que a veces pueden parecer patológicamente insistentes con sus cazas a ex nazistas ya reducidos a viejos  dementes;  y con de algunos chilenos  en su tenacidad contra el ex-decrepito Pinochet. Algo parecido con los “democráticos” de hoy en día  contra militares, dictadores y dictadorcillos, en varios  casos bien apoyados a sus comienzos. Hay que haber tenido un hijo desaparecido para saber de la tragedia de las madres de la Plaza de Mayo.
Pero la mayoría de las gentes quieres olvidar. Y la mayoría de la gente tiene razón. En el mundo todo cambia. Constantemente. La inteligencia,  grosso modo, es adaptación al ambiente.
Es posible que el abuelo de ese emigrado marroquí en Italia haya violado la abuela del mismo italiano que salvó.
Pero nada le quita valor  humano a esa acción de hoy en día.
 Y esa acción debería servir de mónito, advertencia , de recuerdo y enseñanza, para  tratar de eliminar o al menos  reducir tantas intemperancias de  hoy.
 El marroquí que hace casi un siglo fue delincuente y violador, hoy nos salva la vida.  Los chinitos que hace dos siglos nosotros enviciábamos en el opio para nuestro beneficio económico, hoy en día quizás nos salvan de la crisis económica. Al Cristóbal Colon que antaño era  considerado un hombre notable, hoy en día en Venezuela le tumban  la estatua por criminal de guerra.
¿Quieres una linda frase latina, mi especialidad, para cerrar ese post de alguna manera?
 Acqui va:
 SIC TRANSIT GORIA MUNDI. (*)
                                                                    ***


(*) Antiguo mónito al Papa recièn elegido.Literalmente: Asi pasa la gloria en el mundo
     menos literalmente:todo cambia.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo que tienes qaue hacer es ver películas como La Cena de Ettore Scola y dejarte de torturar con lo que han hecho, hemos hecho y nos han hecho. ¿No tienes nada mejor que recordar?
Tu amigo Angel.

Aldo Macor dijo...

Nelson, mi amigo del Club ( no el Almirante), comentó:

…Muy bueno el artículo en el que el marroquí salva al italiano...pero...No habrá levantado los brazos para cubrirse él?

Alfa Segovia dijo...

Una nota muy lúcida, Aldino. Ciertamente; "así pasa la gloria por el mundo". Un mundo que cambia vertiginosamente; para consternación de los que lo habitamos.

Equinox Fin de Semana dijo...

Muy buena Aldo, muy buena!