CIRO II, CRESO, SOLÓN
y LIBERACIÓN DE LOS JUDÍOS
( 600 a.c. )
Con Nabucodonosór comienza la cautividad en Babilonia para la tribu de Judá, prácticamente la única que
había quedado de las míticas doce iniciales. Desde entonces en adelante los Israelitas podrían llamarse
Judíos. Se registran dos deportaciones principales: una en el 597 a.d.C., cuando
fueron trasladados solamente los nobles israelitas, los guerreros y los artesanos,
las elites, en fin. Y otra en el año 586 a.d.C., diez años después, cuando el ejército de
Nabucodonosór destruyó Jerusalén y la mayor parte de la comunidad israelita que
quedaba fue deportada a Babilonia. En la época de la segunda deportación, un
importante grupo de israelitas logró huir a Egipto; sólo a los campesinos más pobres e ignorantes
se les permitió permanecer en Palestina y, en consecuencia, la disolución
política del Israel independiente se convirtió en un hecho.
Con
Na
Pasan nada más que 50 años y por los cursos y recursos de la
historia el reino de Babilonia cae bajo la espada de Ciro II, Persa. Denominado el Grande, Ciro fue el fundador del
Reino de Persia y logró formar el imperio mas grande hasta entonces conocido. Era considerado Rey de Persia, Rey del Mundo,
Rey de Babilonia y Rey de Acad. Su imperio duró poco mas de doscientos años, se
reforzó con Darío I, otro Grande, pero se cayó definitivamente bajo Alejandro
de Macedonia, que no era solamente el
Grande sino el Grandísimo.
La ciudad de Pasargadas
parece dividió el honor de ser la Capital del Imperio con Susa. Fue un
hombre hábil, ese Ciro. Conquistó la Media, conquistó la Lidia y conquistó
Babilonia. En la lucha por Lidia, peleó contra Creso, el famoso hombre mas rico
del mundo y el buen Heródoto nos cuenta
que Creso, rico, astuto y supersticioso,
antes de la guerra se había dirigido al Oráculo de Delfos: y el Oráculo de
Delfos, como la mayoría de las visiones proféticas de los sacerdotes de todos
los tiempos, dio una respuesta que se pudo interpretar en diferentes maneras:” Si tu irás a la guerra, destruirás un gran
Imperio”. Contento del responso, Creso atacó Ciro y efectivamente destruyó
un gran Imperio: el suyo propio, el
Imperio de Creso!
Pero hay otro “ cuento “
del mismo Heródoto que nos relata algo
interesante sobre Creso, Ciro y el sabio
Solón:
“
“ Algunos años antes el hombre mas rico
del mundo y el más sabio cenaban juntos. Creso, el rico Rey de Lidia, le
preguntó a Solón, el sabio, quien seria el hombre mas feliz sobre la tierra,
convencido que el sabio le contestaría que seria él, Creso, por su poder y sus
riquezas. Pero Solón dijo que estaba
pensando en un hombre que vivió hace un tiempo en Atenas y se llamaba Telo,
que era un hombre honesto, que trabajaba seriamente, que pudo educar bien a sus hijos y que cuando ellos crecieron
él se alistó en el ejercito de Atenas y
dio su vida en defensa de la patria.
Creso casi se molestó y le pidió al sabio otros ejemplos. Y el sabio le
contestaba siempre hablándole de casos de rectitud y moralidad. Por fin Creso explotó
preguntándole porque no le tenia en cuenta
a él y restaba importancia a su
riqueza y poder anteponiendo unos pobres diablos al rey mas rico del
mundo. A lo cual el sabio contestó que nadie puede decir si una persona ha sido
realmente feliz o no hasta que se mueras; pues nadie sabe qué
malas suertes puedan sorprendernos y
llevarnos a la
miseria. Años después
Ciro II el Grande conquistó el Reino de Lidia, venció a Creso, lo despojó de su
poder y riquezas; sus soldados lo arrastraron a la plaza publica, listos para
quemarlo vivo. ¿De que le servirían
ahora todas sus riquezas? El pobre Creso, herido, golpeado, asustado, estaba en
la pira y de repente se acordó de Solón. – Ay... Solón…Solón….comenzó a
quejarse. Quiso el destino que el vencedor rey Ciro pasara por allí, oyó los
gemidos, le preguntó a Creso porque invocaba a Solón, el gran sabio. Y Creso con voz entrecortada le contó de
cuando Solón hace unos años lo había
visitado en su palacio real y de lo que le había dicho en aquel entonces. El
gran Ciro quedó muy afectado por el recuento y se preguntó si alguna vez podría
perder él también su poder: “¿no deberían los hombres ser misericordiosos con aquellos caídos en desgracia? … haré con Creso lo que quisiera que otros
hicieran conmigo.”
Y la frase anticipó cierta máxima religiosa:
la de no hacer a los demás lo que no quieres que los demás hagan contigo; sin pretender ser hijos de dios.
Puso en
libertad a Creso y lo hospedó en su palacio con todos los honores.
Y la
anécdota revela las actitudes del gran Ciro. Utilizando una expresión moderna podríamos
decir que fue un gran democrático y que se anticipó muchísimo a sus tiempos. Él
nunca usó el sistema de la deportación en masa de los pueblos vencidos como se
usaba en aquellos tiempos. Todo lo contrario. El permitió a los hebreos
regresar a su Palestina, a su bien amada Jerusalén, y a los arameos
regresar a Siria, su tierra de origen.
Se destaca por una política de concesiones
hacia los pueblos vencidos, en muchísimos casos satisfechos con el trato
recibido y que no pagaban más que un tributo muy razonable. Y parece que muchas
regiones hayan mantenido cierto grado de autonomía, como Cilicia, Lidia y las
ciudades griegas. Fue también muy tolerante en asuntos de religión y al
permitir el regreso de los judíos a Palestina, Isaías el profeta lo presenta
como enviado de Yahvé. Y Jenofonte, el mismo Jenofonte que tanto nos hizo sudar en los bancos de liceo con su Anábasis, nos presentó a Ciro como el monarca
ideal. Claro que la malas lenguas podrían sostener que más que ayudar a los judíos de Babilonia
quiso deshacerse de ellos: pero de hecho fue que los autorizó a regresar
a sus tierras. Aun que, como se puede imaginar, después de 50 de vida bastante buena en Babilonia, donde tuvieron hasta tiempo libre
para escribir el famoso Talmud de
Babilonia, la mayoría de los judíos no regresó a Palestina: se convirtieron en una parte de la diáspora,
o sea grupo de judíos disgregados entre
diversos territorios fuera de Palestina. Los que regresaron a Palestina, en
Jerusalén, en el antiguo Reino de Judá, comenzaron pacientemente la reconstrucción del Templo que se terminará
para el 406 a.d.C. ( será el segundo Templo ) y vivieron mas o
menos independientes bajo los
Persas, con Darío I hasta que mas
adelante llegó otra estrella fugaz, el Grande Alejandro de Macedonia con el
consecuente Big Bang de la helenización de todo el Oriente Medio y de Medio
Mundo.
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