14 dic 2013

Personajes . 55/54Giuseppe Garibaldi

                                                 GARIBALDI  

Giuseppe Garibaldi fue  hombre y  personaje nada más que fascinador.  Por motivos diferentes, de él se enamoraron hombres y mujeres de dos continentes.  Un carisma y una personalidad tremenda.  
 Sobre este  italiano se ha escrito ya muchísimo y no voy a repetir cosas que se pueden conseguir en un normal  o quizás fastidioso texto hagiográfico de  historia.  Prefiero como siempre mi sistema de buscar y ofrecer  lo raro, estrambótico, lo más chistoso, lo más divertido que, sin faltarle de respeto al personaje, los describa  mas como el excepcional ser humano   que ha sido y no como estatua  objeto de fría veneración.   Que lo vean por sus travesuras.  Las cuales,  de paso, fueron actos heroicos que  contribuyeron  a la independencia de dos países tan alejados y tan cercanos como Uruguay e Italia. Y con algunos toques en tierra de Francia para rabia de los Alemanes.   
Nació en Niza, en la bellísima Côte Azul   de Francia, en un momento que Niza era Francesa. Era Nice y no era Nizza.  Destino de las ciudades de confín, que cambian de nombre según los vaivenes de las guerras. Y los auténticos, los locales, siguen hablando su dialecto, tranquilamente.    
Naturalmente nuestro Garibaldi hablaba perfectamente francés e italiano, además del nizardo. Y el español medio lo aprenderá en Uruguay junto a la pasión para el mate.  Era un exuberante joven rubio-rojizo, con ingenuos ojos claros y una linda voz de tenor. Simpático, generoso y siempre sin un centavo.  Nunca le dio importancia al dinero. Y nunca lo tuvo. Pero con su charme personal se compró medio mundo. Especialmente  el femenino.  Guerrillero romántico formidable. Robín Hood y Che Guevara.
Conspiró contra el Rey. Contra el Reino del Piamonte y Cerdeña. Fue ese Reino y la familia real de los Saboya, medio piamontesa y medio francesa, los que poco a poco después conquistaron a toda Italia  y se coronaron Reyes de Italia. Con la bandera tricolor blanco rojo y verde inventada por Napoleón. Contra ese Reino  conspiró Garibaldi joven. Lo descubrieron y llegó su condena a muerte!
Desde entonces  inició  su vida rocambolesca.

Pero se salvó. Lo salvaron. ¿Quién lo salvó? Lo salvó una mujer, la primera de su vida. Una mujer del pueblo, de Génova, una prospera vendedora de frutas y verduras quien, aprovechando la ausencia del marido,  escondió en su casa al joven guapo para defenderlo de los policías.  Si Garibaldi habló  de los derecho de los pueblo o de otras cosas, eso no se sabe. Lo escondió. En su casa o en su cama. No importa. Lo salvó. Y años después cuando Garibaldi será ya un personaje famoso, diputado en el Congreso de Italia y hasta en el Congreso de Francia, hará que se le conceda  una pensioncita a esa mujer que, más o menos patrióticamente. le había salvado la vida.
Disfrazado con los pobres vestidos del marido cornudo, Garibaldi fue a abrazar a su mamá, a quien pensaba que no volvería a ver.  La verá después de 15 años, después que con las aventuras latinas americanas se habrá transformado ya en un personaje de leyenda.  Dejo a Nice  francesa que  mientras tanto se había transformado en Niza italiana. Se refugió en Francia donde vio  su retrato en la prensa local, con condena a muerte por delincuente revolucionario.  En un restaurantito de Marsella fue reconocido por unos jóvenes franceses, que se acercaron amenazantes al criminal. Pero Garibaldi hablaba francés perfectamente y era un tipo simpático.  Al poco rato todos   los jóvenes comenzaron a cantar las mismas canciones de libertad y juventud.  Y ¡pal carajo a los reyes! Pero que la famosa Marsellesa, el himno heroico,  haya nacido en Marsella, no la eximió de que se diera un brote de cólera. Todos estaban aterrados por el contagio, Y él, el condenado a muerte, sin miedo y sin ninguna recompensa se ofreció voluntario para ayudar  a los condenados a muerte por el cólera. Era un experto marinero y consiguió el mando  de un bergantín turco  y de una fragata de Tunes.   Pero Garibaldi era un espíritu inquieto. Quería algo más.  Quería ir a Norte América, pero por fin aceptó ir en un bergantín que iba a Rio de Janeiro. Era América del Sur pero era siempre América.
Y comenzó así su aventura americana.
Llegó  a Rio que tenía 29 años. Se quedará en América, entre Brasil y Uruguay, por 12 años.
Y allí comenzó su leyenda, con acciones que tenían algo de bandolerismo, de piratería, de galantería para con las damas, de heroísmos, de folclore que irritaba enormemente a personajes serios y tradicionales que veían en el solamente un payaso peligroso.  Bismark, el famoso Canciller prusiano, lo odiaba. Claro: con el tiempo, las tropas folclóricas de Garibaldi fueron las únicas que derrotaron en batallas a las organizadísimos militares alemanes. Y una visita suya puso en éxtasis  la flemática Londres.

Aquí van varios  eventos para ilustrar  al personaje.

Asaltó y desvalijó un barco de café. Fue  pura piratería. ¡Pero contra los Braganza, la familia  extranjera de los Reyes de Brasil, cuando los rebeldes del Rio Grande estaban en guerra para conseguir su libertad e independencia! Saltó al abordaje,  mirada de fuego, sable desvainado: mandó a que los marineros se salvaran en botes, libertó a  los esclavos negros, incautó toda la carga. La vendió a un comerciante tramposo que aprovechándose de la situación ilegal no quería pagarle lo pactado. De noche se presentó en su casa, pistolas en la mano. El comerciante, temblando, le pagó en el acto.
En otra ocasión, siempre en Brasil, bajó a tierra para conseguir comida para sus marineros. Entró en una fazenda.  Allá, dulcemente balanceándose en una hamaca, vio a una bella y joven dama leyendo.  Se le acercó. Amablemente le preguntó a la señora si podía venderle una vaca para sus marineros hambrientos.  La señora miró al pirata con ojos de seductor y en italiano perfecto le dijo que sí, pero que había que esperar al marido ausente que regresaría mañana. Con tal de  poder alimentar el hambre de sus tropas, el joven rubio pirata se quedó toda la noche con la bella brasileira, leyendo juntos las poesías del poeta Petrarca. A la mañana siguiente, según lo  previsto, regresó el marido, y dio su autorización. Y también los marineros apagaron su hambre.
Otra vez por una acción de coraje se ganó la admiración de Bento Gonçalves, máximo jefe de la República de Rio Grande.  En una laguna, la Laguna de Patos, siempre en Brasil, Garibaldi estaba al acecho con sus marineros  y un par de barquitos para asaltar a los barcos brasileros de los Braganza que pasaran por allí.  Los asaltaba y se escondía  en los recovecos de la laguna. Las tropas reales de Brasil nunca lo conseguían.  Pero un bien día Garibaldi se había quedado solo, él y el cocinero, esperando a sus marineros que debían,  de estar en alguna otra misión, cuando aparecieron gritando como locos unos cincuenta soldados “oficiales” del Gobierno  real de Brasil, medio piratas ellos también y los mandaba un “Coronel”, otro tres cuarto de bandido  también. un tal Moringue, terror de la zona.  ¿Qué hacer? ¿Esconderse entre los meandros  de la laguna? Cualquiera lo hubiese hecho. Pero no nuestro Garibaldi. Quien mandó al asustado cocinero que cargara fusiles y fusiles con la rapidez del rayo y él, nuestro rubio héroe, comenzó a disparar como endemoniado,  moviéndose de un lado al otro del modesto campamento. Los “oficiales”, convencidos que el campamento fuera lleno de rebeldes, se dieron valientemente a la fuga. Y fue una gran fiesta de alegrías cuando los marineros de Garibaldi regresaron a su campamento. Que uno de ellos, en la euforia, haya perdido el buen camino esfumándose con la caja del campamento, es un detalle del cual la Historia no se preocupa.
En otro momento siempre en Brasil y  quizás sin saberlo, imitó por  lo espectacular  un acción digna de   Aníbal. Estaba siempre en esa bendita Laguna de Patos, al asecho.   Pero un bien día los barcos portugueses, de los Braganza,  le cerraron la salida  a la  mar. ¿Que hizo Aníbal? Transformó a sus hombres  en carpinteros, construyó dos especies de camiones grandes con ocho ruedas de madera cada uno,  cargó sus dos lanchones, pidió en “préstamo” cincuenta bueyes,  y con una marchita forzada de 100 kilómetros por tierra, llegó a la libertad de la mar. Bento Gonçalvez, felicísimo, ¡le pagó a Garibaldi con 900 vacas!
Y de allá nuestro héroe fue camino a Montevideo.  Donde llegó sin un centavo y sin una vaca ya que los capataces brasileiros  se las vinieron robando todas en el camino. ¡Por amor de Patria!
Y llegó a Uruguay.  Y allí se transformará en el Grande General Josè Garibaldi; y en Montevideo   hoy en día hay una bellísima estatua  de él,  cerca del puerto y el honor de una calle muy amplia  y larga: la avenida José Garibaldi.  Además de un Museo que recuerda sus gestas.  Y todavía un montonón de tontos que siguen buscando el famoso tesoro de Garibaldi que nunca existió porque Garibaldi nunca tuvo ningún tesoro. Nunca buscó oro, Garibaldi.  Miraba más arriba.  A las estrellas de la fama. Humildemente.

Pero vamos a seguir relatando.

En Gualaguaychù  se trasformará en ladrones de caballos. Había recibido órdenes de las máximas autoridades uruguayas de conseguir caballos a como diera lugar. Y los consiguió.
De regreso y pasando por Colonia  do Sacramento, (así se llamaba Colonia cuando era portuguesa) permitió que sus hambrientas tropas garibaldinas, las Camisas Rojas, comieran en el refectorio de un monasterio. Las monjitas como mesoneras y  el cura de cocinero. Por respeto, sus garibaldinos se vistieron de curas.
No hubo quejas.

Su fama aumentó por varias batallas ganadas en la zona de San Antonio.

 Y por allá un buen día estaba casi solo, con nada más que setecientos de sus folclóricos garibaldinos Digo casi solo, porque el enemigo argentino  General Urquiza tenía a su mando a siete mil soldados.  Y el argentinito ese había calificado a los garibaldinos como corazón de gallinas. Se picaron las camisas rojas. Y los setecientos garibaldinos hicieron retroceder a los siete mil argentinos.
 Pocos meses después le toca el turno a otra brigada  argentina, con el general Medina.  Garibaldi ni sabía cuantos hombres tenía en su contra.  Pero con la inocente  valentía del héroe,  los atacó  con sus doscientos  garibaldinos. Garibaldi se dio cuenta  que el enemigo era mucho más numeroso, Se cerró en cuadrado en feroz defensa. Los argentinos según las normas del arte militar de la época  al caer de la noche se retiraron en la espera que los desalmados se rindiesen a la mañana siguiente. Y se echaron a dormir. Pero no se echaron a dormir los garibaldinos que, en punta de pie, pasaron a través de los  ronquidos argentinos, evadiendo el asedio.

Al conocerse sus hazañas, los montevideanos los recibieron entusiastas a brazos abiertos. Las montevideanas…no se sabe...la Historia no entra en detalles. Pero el gobierno de Uruguay en el acto, lo nombró de coronel a General.  Garibaldi rechazó el nombramiento.  Tipo raro, ¿verdad?

Con el tiempo recibirá una espada de oro. Magnífico regalo  de unos patriotas italianos que imploraban su regreso para pelear  pero para la independencia de Italia.  Y la espada de oro fue la única decoración de su misérrima casa en Montevideo. Y cuando un comisión uruguaya fue a visitarlo a su casa de noche, en esta misma casa, el cuarto estaba oscuro.   El héroe de San Antonio no tenia plata ni para comprar velas para la iluminación. 
Por fin en 1948  salió de Montevideo para regresar a su Italia.  Regresó con Anita su mujer, un perro, un servidor negro y tres sacos de mate.

Los italianos los recibieron en Génova,  apoteósicamente. Los italianos del pueblo, y los jóvenes intelectuales. Los aristócratas no disimulaban sus  antipatías por  un hombre del pueblo, que consideraban un bárbaro cacique suramericano, del cual servirse provisionalmente ya que tenía la calle, pero para dejarlo a la primera oportunidad.

¿Que hizo en Italia?
Peleó contra el Papa para conquistar Roma  (¡O Roma o Muerte!).  Y se constituyó, con Mazzini, una de las varias efímeras Repúblicas Romanas.
Pero antes peleó él solo, con sus 1000 garibaldinos, nada más que mil de sus ya legendarias Camisas Rojas, contra nada menos que el Imperio de España.  Inflamó tanto a los italianos, a los sicilianos, casi al mundo entero, que en una sola corta y épica guerra liberó a Sicilia, a Napoli  y a todo el Sur de Italia  de casi seis siglos de dominación extranjera. Dominación que aunque haya tenido momentos de destellos culturales, dejaron a todo el sur de Italia en una vergonzosa situación de miseria, atraso e supersticiones respecto a las otras regiones de Italia. El Norte de Italia también había sido dominado por extranjeros, pero por lo menos la falta de libertad seria en parte compensada por las magnificas organizaciones administrativas del Imperio Austriaco.  De donde viene y agobia todavía hoy la diferencia entre Sur y Norte de Italia.
Garibaldi entusiasmaba.   Hablaba el sincero y sencillo idioma del pueblo, produciendo celos en las clases altas máxime entre los militares. Arrasó literalmente en unas elecciones y fue enviado al Parlamento, donde se presentaba  vestido con su atuendo latino americano que lo había caracterizado,  con gran escándalo de los diputados más formalistas.  En una acción triste y bellísima,  en Teano, entregó el sur de Italia al rey Víctor Emanuel  II de Saboya, llamándolo Rey de Italia. Contrariamente a Mazzini, el gran pensador republicano intuyó que los tiempos no eran  todavía maduros para un Republica.  
 Y se retiró en Caprera, una islita  entre Córcega e Italia. A los Saboya había entregado  la mitad de Italia,  pero no quiso recibir nada a cambio. Rehusó cualquier regalo.
“He venido de Uruguay para hacer a Italia  y no para recibir propinas.”
Esa fue su  lapidaria  y orgullosa respuesta.  

Más tarde fueron a buscarlo en su islita de Caprera autorizándole el mando de sus tropas irregulares contra los austriacos.  Fue el único general italiano que ganó batallas con sus guerrilleros vueltos alpinos: los Cazadores de los Alpes. 
Fue a Londres, que lo recibió entusiasta, enamorados los inglesitos e inglesitas de su figura de héroe, medio bandolero y libertador de naciones. Le ofrecieron la ciudadanía y 5000 libras: acepto la ciudadanía pero  dijo NO thank you a las 5000 esterlinas.  Fue a Estados Unidos, donde también le ofrecieron la ciudadanía. No thank you.   Poco después Lincoln le ofrecerá el mando de una armada contra el Sur.  También no thank you.  

En la guerra franco prusiana del 1870 peleó contra los Alemanes.  Fue el único general “francés” que no perdió ni una sola batalla y además capturó la bandera enemiga del 61º regimiento de Pomerania. Tremenda hazaña heroica para la época. Bismark, el “Canciller de Hierro”,  se puso furioso por haber sido vencido por un bandolero, como lo llamaba y además italiano. Juró que lo arrastraría prisionero por las calles de Berlín.
 Bismark era un hombre de palabra. Pero esa palabra no la pudo cumplir nunca.
Al terminar la guerra Franco Prusiana, se descubrió elegido también en el Parlamento francés.
 Dumas y Víctor  Hugo tuvieron una enorme admiración por él: un hombre como todos los grandes  con tantos defectos pero una infinidad de méritos.

 ¿Las mujeres de Garibaldi? A parte  sus fans, como se diría hoy,  tuvo tres matrimonios.   La primera fue Anita que conoció, exuberante y voluptuosa en Brasil, quien dejó  a  un insignificante marido y siguió al héroe, y por toda la vida.
Lo amará  profundamente y le será fiel, siempre.  Lo seguirá donde fuera que él decidiera ir. En paz y en guerras. A su lado. Tuvo hijos con él. Y logró por fin, después de años, el suspirado matrimonio religioso que Garibaldi,  ateo y come curas, rehusaba con todas sus fuerzas. Pero cedió por fin antes la mujer que también él amaba profundamente. No se sabe cómo fue que el cura uruguayo accedió a casar por el “sacramento” del matrimonio a una adultera con un ateo.
  Muchos años después, en otro continente, escapándose entre mil peligros después de la infeliz campaña de Roma, Anita se le murió enferma entre los brazos.

Después fue a América, nuestro Garibaldi.  A Perú, para conocer a Manuelita Sanz, el otrora amor de Simón Bolívar el Libertador del cual se hablaba en Europa: muerto pobre y solo en Colombia, después de haber libertado a casi toda  América del sur.  Había mucha afinidad entre esas dos mujeres, Manuelita y Anita,  tan diferentes pero acomunadas por el gran amor del Héroe que les había robado el corazón. Y Garibaldi con enorme tristeza encontró a una mujer ya vieja, que vendía chocolates en la calle para sobrevivir.

Pero la vida continúa. Después de varios años de la muerte de Anita  una joven condesa italiana se encaprichó con Garibaldi, ya no tan joven.  Nuestro héroe,  quizás por la edad,  se quedó entusiasmado con la joven aristocrática. Accedió al matrimonio. A la salida de la Iglesia, después de la ceremonia elegante, se le acercó un viejo compañero de armas: "General, cuidado, la condesita  está en estado".
Garibaldi, enfurecido, le gritó: “¡Sei una puttana” y la dejó plantada en los escalones de la Iglesia, frente a los ilustres y nobles invitados  a la boda. Nunca más volvió a verla.
Su tercer matrimonio fue con una mujer del pueblo. Le dio hijos y cuidó el héroe en su ocaso. También ella quería casarse por la Iglesia. Pero por la Iglesia Católica Garibaldi estaba casado con la condesa, y el Tribunal Eclesiástico quiso negar la anulación del matrimonio por no consumatum. Quizás era admitir la  culpa de la condesa.  Quizás. Entonces Garibaldi se dirigió a su gran amigo y admirador Víctor Hugo pidiéndole que interviniera para que Francia le concediera la ciudadanía.
Cuando eso se supo en Italia, casi se armó una revolución.
“” ¿Cómo es posible que Garibaldi, nuestro Garibaldi, el Unificador de Italia, Padre de la Patria,  estimado hasta por el Rey, el Héroe de Dos Mundos, se transforme en ciudadano francés ¿ “”

La anulación del matrimonio solicitada vino de inmediato y el agricultor Garibaldi (así lo define el acta de matrimonio)  pudo tranquilizar a su nueva esposa y conseguir tranquilidad para sí mismo.
                                              ***

Y siguió la leyenda. Y Garibaldi y el término garibaldino pasaron a indicar un determinado modo de actuar, medio romántico, travieso, medio alegre pero sin duda siempre con un significado de aprobación.  Todas las ciudades de Italia tienen una calle Garibaldi o una plaza Garibaldi. Puede que falte el nombre de algún emperador romano, pero no falta nunca el nombre de ese italiano sui generis.  Hasta en el lejano y folklórico México,  donde él nunca fue, hay una bellísima Plaza Garibaldi.  Y allí los mariachis tocan y cantan alegremente.
Ah  ¡Se me olvidaba decir que Garibaldi, además de todo lo que hizo y toda su fama, tenía  también una muy bella  y modulada voz de tenor!


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14 comentarios:

Alfa Segovia dijo...

Rescataste con tu consabido humor, un hermoso anecdotario de un héroe singular. ¡Me encantó! ¡Millones de gracias!

Laura Arena dijo...

Muy interesante. Realmente desconocía las andanzas de Garibaldi en suelo argentino.Me demuestras, cada vez que te leo cuanto tengo que aprender !!! Has despertado mi curiosidad en este tema, por lo que me voy a poner a investigar. Muy buena la entrada, como siempre !

Aldo Macor dijo...

Queridisimas, estimadisimas y bellisimas Alfa y Laura:

Sus comentaros son siempre una luz de aliento para< mi! Se los agradezco de verdad....Y aprovecho ahora, niñas. para darles el beso de feliz novedad y todo lo que sigue! ...Y si tienen marido? ja ja El marido a veces dificulta...pero no impide...Ciao a ambas.

Aldo Macor dijo...

Mi gran y estimada amiga FIRPO, con su acostumbrada franqueza me comenta, y lo publico:
No me cae nada bien Garibaldi, pero si algo hizo bueno, ahí está la calle que lo recuerda. No son de mi agrado los que pasando por rebeldes y libertarios, sólo buscan destacarse y ser homenajeados. Tienen la enfermedad de la VANIDAD a cualquier precio.Que haya tenido que ver con LA TRIPLE ALIANZA y con Mitre, me lo hace muy antipático.Porque yo opine así, una simple ciudadana uruguaya y latinoamericana.........no le va a hacer nada al señor Garibaldi. Quedarse tranquilos....seguirá con su” prestigio”. Te saluda fraternalmente Elisa Firpo.

Aldo Macor dijo...

Querida Elisa, Quiero agregar algo. Es cierto. La vanidad es algo muy difundido. Vanidad es también mirarse al espejo, mágico o no, o en las aguas cristalinas de una fuentecita silvana como el famoso Narciso. Quiérase o no, creo que la vanidad es implícita en la condición humana. Los animales no se miran al espejo. VANITAS SEMPER VANITAS ET OMNIA VANITAS. ¿Y? ¿Qué hay de malo? Todos queremos destacarnos, Todos lo quisiéramos. Solamente hay unos pocos, afortunados o no, pero seguramente más dotados que otros, que lo logran. Que sean felices o no, es otro problema. Te diré. He oído hablar desde siempre de un cierto Jesús de Nazaret. Que haya existido o menos, no importa. EL TEMA ES, aman decir los uruguayos, que el supuesto personaje que predicó la humildad, llegó a declararse a si mismo hijo de Dios, o Dios él mismo. Nada menos. Muy humildemente... y esla suma vanidad.
Si, querida somos un amasijo de contradicciones. Pero desde las cavernas hasta ahora, hemos progresado, ¿verdad? Quizás la vanidad sea una especie de resorte.
Y llegará el momento que todo se acabará en nuestro universo. No más vanidad y no más problemas. Nada de nada. La inexistencia más completa. Y que ni viva el no ser.

Alfa Segovia dijo...

Hay seres vanidosos como pavos reales: así despliegan la majestuosidad de sus colas. De todas maneras aunque no quede nada de nada, mientras exista un artista como tú, que "rescate" a los seres singulares-incluido tú con el caudal de conocimientos que tienes- seguiremos tejiendo historias- que son las que nos rescatan del olvido. Muchas felicidades para ti y familia- y si pasas con amigos, también los buenos se constituyen en "familia" porque los elegimos como tales
.

Anónimo dijo...

Maestro Macor:

Deseo a ese hombre que es padre orgulloso de sus hijos y lo suertudo de haber conocido a la mujer idónea para esposa y madre de sus hijos, de la cual solo habla alabanzas, que pase la más bella de las Navidades y Feliz Año 2014 con salud, amor y siga cosechando éxitos en todo lo que emprenda y continúe deleitándonos con su blog,

Un fuerte abrazo

lan

nork dijo...
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nork dijo...
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nork dijo...
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Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

Sr.Aldo Felicidades por su éxito en todo.


NL

Anónimo dijo...

Felicitaciones por todo el trabajo, he podido enterarme más de Garibaldi, mis ancestros, me contaba papá llegaron con las huestes garibaldinas, eran dos hermanos, uno quedó en Uruguay y el otro siguió hacia Argentina, soy Ninel Firppo, el escribiente al registrar el nacimiento de mi abuelo debe haber pensado "apellido italiano es con doble consonante".

Anónimo dijo...

Cuando nació Garibaldi, Niza pertenecía al Reino de Cerdeña. Por lo que puede considerarse a Garibaldi italiano, ya que luego pasó a ser parte de Italia. Y Niza fue cedida a Francia a posteriori. Saludos cordiales.