LU LUCRECIA BORJA
( 1480—1519)
Sobre
Lucrecia Borgia, o Lucrecia Borja o Lucretiae Borgia se ha escrito muchísimo.
Fue un personaje interesantísimo y misterioso: ¿santa o pecadora? ¿Intrigante
o dulce virgencita? Nunca se sabrá a ciencia cierta cómo fue en realidad esta mujer. O quizás fue
un poco de todo eso.
Ella
era hija del valenciano-catalan Rodrigo Borja y
de su amante principal, la condesa Vannozza Cattanei. El cual señor Borja,
cardenal y hombre de robustos apetitos sexuales, llegado un cierto momento de
su vida, consideró oportuno no seguir la relación pecaminosa con la bella
condesa, madre de sus cuatro hijos de los cuales solamente dos, Lucrecia y Cesar, pasaron a
la fama inmortal, por sus defectos o por sus méritos. Sí, el buen valenciano no siguió con la
relación porque no lo consideró muy prudente cuando fue nombrado Papa: y dejó
la amante. Pero como buen Papa y buen papá siguió manteniendo buenas relaciones
sea con Lucrecia como con su hermano, el famosísimo Cesare Borja, ejemplo de cómo debía de ser un
Príncipe, según Macchiavelli. Que después el libidinoso Rodrigo Borja, ya Papa Alejandro VI, haya aceptado de parte del clérigo Alessandro Farnese la
dulce tarea de quitarle la virginidad a su hermanita quinceañera Giulia Farnese
en cambio de un “cappello” cardenalicio, esta es otra característica de
esa pía familia de cristianos en esos santos
años en la santa Roma.
A
Lucrecia Borja no se le pueden atribuir las responsabilidades de las acciones
“violentas, pecaminosas e inmorales” de su hermano y de su padre. Pero
tampoco se puede afirmar a ciencia cierta todo lo contrario. Lo que se sabe de ella es que fue utilizada
como mercadería de cambio. Fue entregada como esposa a personajes y príncipes
italianos según las conveniencias políticas de su padre o de su hermano.
Pero al poco tiempo ya no hubo necesidad de la alianza con los Sforza. El buen Papa Alejandro tenía necesidad de alianzas más poderosas y parece que ordenó el asesinato de su yerno, para tener a disposición la todavía tierna Lucrecia como mercancía de cambio. Pero parece, que el tan malvado Cesar Borja, hermanito de Lucrecia, no fue tan malvado con su hermanita y la avisó de las conspiraciones de su padre; y la chica, evidentemente enamorada del marido, le ayudó a escaparse de Roma y de una muerte segura.
El
Papa Alejandro pidió entonces al cardenal Ascanio Sforza, tío de Giovanni, que
persuadiese a éste ultimo para que se
anulara el matrimonio. Giovanni no solamente se negó,
sino que además acusó a Lucrecia de incesto con su padre y con su hermano. Para
enredar más las cosas, se dijo que el matrimonio no había sido consumado, y por
lo tanto Alejandro afirmó que era un
matrimonio no válido e insistió con a
Giovanni para que aceptara la anulación.
Giovanni Sforza, al ser presionado también
por su familia firmó una
confesión donde admitía su impotentia coeundi, impotencia al coito, la
cual cosa permitió la anulación del
matrimonio según el Rito de Santa Romana Iglesia: ¿como se puede crecer y multiplicarse según el
mandamiento divino sin un poco del
diabólico deseo carnal para con la pareja?
Como
graciosa pincelada de costumbres, se dirá que muy poco antes de la boda con
su futuro y siguiente marido, Alfonso de
Aragón, la diecisiete añera Lucrecia tuvo un lindo bebé, que pasó a la historia
como El Bebé de Roma.
¿Bebé
de Roma? ¿Cómo pasó esto? Aj aj. Aquí se descubre otra cosa linda. Parece que
el buen Papá Alejandro obligó a su hijita Lucrecia a encerrarse en un Convento,
en espera de nuevas designaciones matrimoniales. Nadie podría verla, con la
excepción de su Santo papá, de su hermano Cesar y un empleado del mismo papa,
un tal Perotto. De los tres varones, ¿quién
sería el padre del niño?
Y
continúa la novela a la Boccaccio.
El
buen Papa Alejandro emitió dos bulas: en la primera reconoció el niño como hijo
de su hijo Casare Borja, hermano de Lucrecia, el cual hermano mientras tanto
había sido hecho Cardenal; y en la segunda bula, mantenida secreta por
años, reconoció al niño como hijo de él
mismo y que lo habría temido por lo tanto con su propia hijita. Para variar
el compás del incestuoso evento, apareció también la declaración del tal
Perotto, quien aseguró que el niño era suyo
ya que Lucrecia abría sido su amante.
Como fueron en realidad los eventos?
Todo es posible.
Posible que cada uno de los tres personajes,
el papá Papa, el hermano Cardenal Cesar
Borja y el plebeyo Perotto fueran convencidos, y cada uno en buena fe, de la propia paternidad. Lo
cual a veces acontece a los ignaros varoncitos.
Y también es posible que la bonita y joven Lucrecia haya sido abusada por
cada uno de los tres personajes.
O que
su furor uterinus la haya llevada a provocar los “pecaminosos deseos.”
La
leyenda nació y nunca se sabrá la verdad.
Después
fue impuesta la nueva boda de Lucrecia, esta vez con Alfonso de Aragón, nuevo
aliado de los Borja. Pero al rato, al volverse ya superflua la nueva alianza,
el nuevo aliado fue mandado a asesinar.
Lucrecia, así como trató de defender de la muerte a su primer esposo,
trató de defender a su segundo esposo,
también inútilmente.
Otra
versión, también posible, excluye motivos políticos y nos presenta a
Cesare Borja, libidinoso y pecador, como celoso de su cuñado, Alfonso de Aragón, que era un muy
buen mozo, del cual la esposa Lucrecia se había enamorado y que por eso dejó de
”atender” a su concupiscente hermano. El cual hermano, además, se había puesto
feo por un brote de sífilis que babia desfigurado su rostro.
Pero la vida sigue para nuestra heroína. Al
poco tiempo de haber enviudado también
de Alfonso de Aragón ella será nombrada
Administradora de la Iglesia y del Vaticano.
Al tener este cargo, muy criticado por su juventud e inexperiencia, le
llegará por fin el tiempo de su siguiente
boda, la tercera , esta vez con
otro alfonso, con Alfonso d´Este, Duque
de Ferrara.
Nuestra
Lucrecia irá a vivir a Ferrara. Y como
Duquesa Lucrecia d`Este, se le reconocerá como magnifica esposa, como
dama refinada amante de las artes, como muy preocupada mamá para con sus
hijos. Ferrara la consideró, por lo
tanto, como mujer bella, inteligente y culta aunque se admitió que en su
primera juventud fue utilizada por las ambiciones de su hermano y de su
padre. Relativamente joven, sin haber todavía cumplido los 40 años, Lucrecia Borja morirá dignamente, en un
ambiente y en tiempos donde la posición de la mujer era todavía muchísimo más difícil y criticada que la de los hombres.
Al fin, la bella Lucrezia, ¿fue ángel o demonio?
Quizás un poco de los dos, como los machitos suelen decir que son ls damitas.
Al fin, la bella Lucrezia, ¿fue ángel o demonio?
Quizás un poco de los dos, como los machitos suelen decir que son ls damitas.
2 comentarios:
De imprescindible lectura para entender cómo estaba la nobleza cristiana.
Un cariñoso saludo,
Angel.
Una época en que no se había instrumentado aún cómo probar la paternidad por el ADN. Aún hoy día, con pruebas fehacientes, algunos "machitos" se niegan a admitirla- no quieren pasar pensiones jugosas a "los niños del pecado"-. ¿Verdad?
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