26 sept 2013

L.- Personajes,. 45/54 LUCREZIA BORGIA


LU                         LUCRECIA BORJA
                              ( 1480—1519)


Sobre Lucrecia Borgia, o Lucrecia Borja o Lucretiae Borgia se ha escrito muchísimo. Fue un personaje interesantísimo y misterioso: ¿santa o pecadora?  ¿Intrigante  o dulce virgencita? Nunca se sabrá a ciencia cierta  cómo fue en realidad esta mujer. O quizás fue un poco de todo eso.
Ella era hija del  valenciano-catalan Rodrigo Borja y de su amante principal, la condesa Vannozza Cattanei. El cual señor Borja, cardenal y hombre de robustos apetitos sexuales, llegado un cierto momento de su vida, consideró oportuno no seguir la relación pecaminosa con la bella condesa, madre de sus cuatro hijos de los cuales   solamente dos, Lucrecia y Cesar, pasaron a la fama inmortal, por sus defectos o por sus méritos.  Sí, el buen valenciano no siguió con la relación porque no lo consideró muy prudente cuando fue nombrado Papa: y dejó la amante. Pero como buen Papa y buen papá siguió manteniendo buenas relaciones sea con Lucrecia como con su hermano, el famosísimo  Cesare Borja, ejemplo de cómo debía de ser un Príncipe, según Macchiavelli. Que después el libidinoso Rodrigo Borja, ya  Papa Alejandro VI, haya aceptado  de parte del clérigo Alessandro Farnese la dulce tarea de quitarle la virginidad a su hermanita quinceañera Giulia Farnese en cambio de un “cappello” cardenalicio, esta es otra característica de esa pía familia de cristianos en esos santos  años en  la santa Roma.


A Lucrecia Borja no se le pueden atribuir las responsabilidades de  las acciones  “violentas, pecaminosas e inmorales” de su hermano y de su padre. Pero tampoco se puede afirmar a ciencia cierta todo lo  contrario. Lo    que se sabe de ella es que fue utilizada como mercadería de cambio. Fue entregada como esposa a personajes y príncipes italianos según las conveniencias políticas de su padre o de su hermano.

Pero al poco tiempo ya no hubo necesidad de la alianza con los Sforza. El buen Papa Alejandro tenía necesidad de alianzas más poderosas y parece que ordenó el asesinato de su yerno, para tener  a disposición  la todavía tierna Lucrecia como  mercancía de cambio. Pero parece, que el tan malvado  Cesar Borja, hermanito de Lucrecia, no fue tan malvado con su hermanita y la avisó de las conspiraciones de su padre; y la chica,  evidentemente enamorada del marido, le ayudó a escaparse  de Roma y de una  muerte segura.
El Papa Alejandro pidió entonces al cardenal Ascanio Sforza, tío de Giovanni, que persuadiese a éste ultimo  para que se anulara  el  matrimonio. Giovanni no solamente se negó, sino que además acusó a Lucrecia de incesto con su padre y con su hermano. Para enredar más las cosas, se dijo que el matrimonio no había sido consumado, y por lo tanto Alejandro afirmó  que era un matrimonio no válido e insistió con  a Giovanni para  que aceptara la anulación. Giovanni Sforza, al ser presionado también  por su familia firmó  una confesión donde admitía su impotentia coeundi, impotencia al coito, la cual cosa   permitió la anulación del matrimonio según el Rito de Santa Romana Iglesia:  ¿como se puede crecer y multiplicarse según el mandamiento divino  sin un poco del diabólico deseo carnal para con la pareja?
Como graciosa pincelada de costumbres, se dirá que muy poco antes de la boda con su  futuro y siguiente marido, Alfonso de Aragón, la diecisiete añera Lucrecia tuvo un lindo bebé, que pasó a la historia como El Bebé de Roma.

¿Bebé de Roma? ¿Cómo pasó esto? Aj aj. Aquí se descubre otra cosa linda. Parece que el buen Papá Alejandro obligó a su hijita Lucrecia a encerrarse en un Convento, en espera de nuevas designaciones matrimoniales. Nadie podría verla, con la excepción de su Santo papá, de su hermano Cesar y un empleado del mismo papa, un tal Perotto.  De los tres varones, ¿quién sería  el padre del niño?
Y continúa la novela a la  Boccaccio.  
El buen Papa Alejandro emitió dos bulas: en la primera reconoció el niño como hijo de su hijo Casare Borja, hermano de Lucrecia, el cual hermano mientras tanto había sido hecho Cardenal; y en la segunda bula, mantenida secreta por años,  reconoció al niño como hijo de él mismo y que lo habría temido por lo tanto con su propia hijita.  Para variar  el compás del incestuoso evento, apareció también la declaración del tal Perotto, quien aseguró que el niño era suyo  ya que Lucrecia abría sido su amante.
Como  fueron en realidad los eventos?
 Todo es posible.
 Posible que cada uno de los tres personajes, el papá Papa, el hermano Cardenal  Cesar Borja y el plebeyo Perotto fueran convencidos, y cada uno   en buena fe, de la propia paternidad. Lo cual a veces acontece a los ignaros varoncitos.
 Y también es posible que la  bonita y joven Lucrecia haya sido abusada por cada uno de los tres personajes.
 O que  su furor uterinus la haya llevada a provocar  los “pecaminosos deseos.”

La leyenda nació y nunca se sabrá la verdad.
Después fue impuesta la nueva boda de Lucrecia, esta vez con Alfonso de Aragón, nuevo aliado de los Borja. Pero al rato, al volverse ya superflua la nueva alianza, el nuevo aliado fue mandado a asesinar.  Lucrecia, así como trató de defender de la muerte a su primer esposo, trató  de defender a su segundo esposo, también  inútilmente. 
Otra versión, también posible, excluye motivos políticos y nos presenta a Cesare  Borja, libidinoso y pecador,  como celoso de  su cuñado, Alfonso de Aragón, que era un muy buen mozo, del cual la esposa Lucrecia se había enamorado y que por eso dejó de ”atender” a su concupiscente hermano. El cual hermano, además, se había puesto feo por un brote de sífilis que babia desfigurado su rostro.
 Pero la vida sigue para nuestra heroína. Al poco tiempo  de haber enviudado también de Alfonso de Aragón  ella será nombrada Administradora de la Iglesia y del Vaticano.  Al tener este cargo, muy criticado por su juventud e inexperiencia, le llegará por fin el tiempo de su siguiente  boda,  la tercera , esta vez con otro alfonso, con Alfonso d´Este,  Duque de Ferrara.

Nuestra Lucrecia irá a vivir a Ferrara. Y como  Duquesa  Lucrecia d`Este,  se le reconocerá como magnifica esposa, como dama refinada   amante de las artes,  como muy preocupada mamá para con sus hijos.  Ferrara la consideró, por lo tanto, como mujer bella, inteligente y culta aunque se admitió que en su primera juventud fue utilizada por las ambiciones de su hermano y de su padre.  Relativamente joven,  sin haber todavía cumplido los 40 años,  Lucrecia Borja morirá dignamente, en un ambiente y en tiempos donde la posición de la mujer era  todavía muchísimo  más difícil y criticada  que la de los hombres.
Al fin, la bella Lucrezia, ¿fue ángel o demonio?

Quizás un poco de los dos, como los machitos suelen decir que son ls damitas. 

                       




2 comentarios:

Anónimo dijo...

De imprescindible lectura para entender cómo estaba la nobleza cristiana.
Un cariñoso saludo,
Angel.

Alfa Segovia dijo...

Una época en que no se había instrumentado aún cómo probar la paternidad por el ADN. Aún hoy día, con pruebas fehacientes, algunos "machitos" se niegan a admitirla- no quieren pasar pensiones jugosas a "los niños del pecado"-. ¿Verdad?