3 ene 2011

La primera vez que robé... y el Café Martínez de Carrasco



 
 Junio 1944  Eran las últimas horas de los alemanes en Roma. Muy poco después, llegarían los americanos vencedores.

Todos éramos flaquitos y casi todos acomunados por una situación de hambre endémica, quien más quien menos. Nosotros, mi familia, mi papá, mi mamá y mi hermanita, vivíamos en ese piso 11, donde el ascensor a veces funcionaba y a veces no. Por los milagros de las soluciones ingeniosas que desde siglos los italianos hemos siempre dado a situaciones difíciles, en Italia y en Roma en especial, aun durante los periodos más intensos de la guerra, el agua potable llegaba siempre.
A veces no llegaba hasta el piso 11, por debilidad en el suministro de energía eléctrica; pero las teníamos abundantes, siempre, en las miles de fuentes y fuentecitas romanas de agua fresquísima, buena y potable, que han sido siempre orgullo para Roma, desde cuando los Cesares construyeron esos acueductos que seguían funcionando a través de milenios. Benditos sean los esclavos que piedra por piedra los levantaron y benditos los arquitectos romanos que supieron construirlos bien. Así que el agua siempre la hemos tenido.
La electricidad, no siempre.
Para precisar: la poca luz eléctrica que gastaban las modestas bombillitas de la época, no faltó nunca en las casas. Nunca; y habría que comentarlo eso a ciertas compañías eléctricas de hoy en día que después de 15 minutos de musiquitas idiota cuando por fin logras escuchar al teléfono una voz semi humana y te atreves a preguntar algo sobre el servicio, te contestan : hubo un corte, y cuelgan.
La que sí faltaba, a veces, era la mayor cantidad de electricidad para los ascensores. Gastaban mucha corriente y si no era suficiente, el ascensor no funcionaba. Y a pie por once pisos, entonces. Entrenamiento para el Everest. El portero, un buen hombre que se definía medio fascista y medio socialista y que era solamente todo cretinoide, que usaba peluca y que por ironía se llamaba Narciso, aun que hubiera corriente, la cortaba los domingos por las mañanas, para que las viejitas católicas burguesas tuvieran que pagar su adicción a la Santa Misa. Así entendía su simpatía por Lenin.

El gas sí, hubo periodos que no lo teníamos en absoluto. Para preparar o calentar las escasas comidas se usaba aquel poco de electricidad que teníamos, suficiente para las hornillitas caseras que se habían inventado. Y ¿para lavarse? ¿Para las vascas de baño? ¿Para las duchas? ¿Quién carajo se lavaba en invierno, no habiendo calefacción en las casas y con el agua casi a cero grados? A medio lavarse el culo, las bolas y las axilas, con un potecito de agua caliente. Y ¿la ropa? ¿Cómo se lavaba? ¡Sabañones, amigos, sabañones! Las lavadoras, secadoras, heladeras, frigos y demás aparatos eléctrico de hoy en día, estaban todavía en la mente de Dios.
Bueno, ese era el panorama. Entonces un día, que fue el último día de los alemanes en Roma, desde la ventana de mi casa, veo, como abandonado en un lado de la calle, probablemente por falta de gasolina, nada menos que un camión enorme con remolque. Animado del deseo de ayudar a mi familia para conseguir algo que se pareciera a una comida decente, bajé a ver cómo era eso del camión abandonado. No había soldados, no estaba el centinela vigilante de siempre. Eran las últimas horas de la tarde. Me acerco al camión abandonado. Le doy una vuelta, lo estudio. Era un Camión del la Wehrmacht, del Ejercito alemán. Estaba vacío, sin carga de ningún tipo. A ver: Un camión mas el remolque, podrían tener, no lo recuerdo en absoluto, pero lo puedo reconstruir, más o menos 10 cauchos el camión de tracción y quizás 10 o 12 el camión de remolque. Un total de más de veinte ruedas, con reel y caucho…. Italia es un país que produce muchas cosas lindas: artistas, músicos, cantantes, arquitectos, descubridores, viajeros, flores, mafiosos, una cocina super para adelgazar, pero… Dios Omnipotente que todo lo ve y todo lo sabe, no permitió que en Italia se diera la planta del Caucho. Así que el Caucho era un producto preciosísimo. Y en guerra, queridos blogueros, todo lo precioso es motivo de cambio. Y lo que se pide a cambio era… COMIDA!
De inmediato se me acercan unos cinco o seis chicos de mi edad, más o menos, llegando de un pequeño barrio popular allí cerca. Eran los que mi mamá llamaba muchachos de la calle, mucho más despiertos que los hijos de los burguesitos, a los cuales yo pertenecía.
Pero, no sé cómo fue, tomé la iniciativa: hablando en dialecto que me vino instintivo al verlos les dije: los militares dejaron este camión.
Vamos a quitarles los cauchos a ver si podemos hacer treque con algo, con comida. De acuerdo? Pero solo nosotros, no vamos a meter otra gente!
Consintieron todos. Acuerdo entre burguesía y proletariado. Se convino que ellos me ayudarían a sacar dos cauchos ya que yo no tenía herramientas y tampoco sabía hacerlo. Me los llevaría, por supuesto y ellos se llevarían todo lo demás. Y así fu
Tuve que subir a pie, solo, las dos ruedas pesadísimos de camión por 11 pisos. Los llevé a la casa. Buen entrenamiento no solo para el Everest sino para toda el Himalaya.
Mi mamá feliz porque pensó ya en un intercambio con Antonelli, el gordito propietario de carnicería quesería y fiambrería. Mi papá, que veía de muy mala manera estas actitudes de ARREGLO FUERAS DE LAS REGLAS, no dijo nada, no se opuso, se dio cuenta que era necesario pero se le notaba el mal humor.
Poco después sobrevino la preocupación.
“Aldo ¿te han visto mientras los… robabas?”
Querida mamá… ¡le costaba usar  la palabra ROBAR!
“¿Te vieron mientras subías los cauchos?”
No asomamos a la ventana. Era ya casi de noche.
Pero se notaba claramente que el camión ya era un esqueleto de camión. Debían de haberse robado absolutamente todo, motor incluido. Canibalizado completamente. Y ¿las estacas de madera del remolque para quemarlas como leña? Todo es posible, en una hora. En guerra. Cuando hay necesidad.
“¿Y ahora?”, decía mamá. “¿Si llegan los alemanes, y se dan cuenta?” “ Si alguien te vio a ti y te denuncia?” Escondimos los dos cauchos debajo de dos camas, la mía y la de mi hermana, que eran camas grandes, antiguas, altas, que habían pertenecido a la antigua familia de mi papá desde tiempísimos: ¿Para esconder debajo de la cama el noble joven amante sorprendido y ahora el prosaico caucho robado? Conclusión: al día siguiente mamá hizo el negocio, el treque, la permuta, el do ut des. El Carnicero fiambrero nos quitó los dos cauchos y con ellos el miedo a la policía y nos dejó dos jamones crudos que no veíamos desde años!
Y con esos dos jamones comimos no sé cuánto tiempo.
A la salud de los alemanes, del fiambrero, de la ayuda de los nuevos amiguitos de la calle.
Y ¿a la semana?  Y a la semana se supo que la familia Macor tenía dos jamones, enteros buenísimos… pero que no tenían pan.
Entonces los vecinos del edificio, no todos, pero algunos y comenzando por los vecinos y amigos, o quizás los que tenían más olfato, venían a visitarnos, vestidos de saco y corbata según las costumbre burguesitas de la época. E después de pocos preámbulos que eran hablar mal del presente y añorar el pasado, abrían su maletín, sacaban algunos panes conseguidos quién sabe cómo, los cortaban y nosotros les poníamos fetas de jamón y ellos nos daban en cambio el pan que ellos tenían, así que todos comíamos pan con jamón.
Faltaba solamente el vino. Pero eso era pedir demasiado.

¿Qué ha quedado de eso en mí?

Una coincidencia curiosísima: que cuando el otro día mi hija Leila en Montevideo me invitó a comer un pan especial (chabata) con jamón crudo excelente en un negocio nuevo en Carrasco, el Café Martínez, de una amiga suya, mientras me saboreaba yo mi sándwich chabatta con jamón y una estupenda cerveza alemana la mente me llevó a un difuminado recuerdo de cauchos robados  y a la Wehrmacht.
“¿Sabes, Leila, que hace 55 años por unos sándwiches así, tu papá arriesgó el fusilamiento?”























9 comentarios:

Equinox Fin de Semana dijo...

Sensacional Aldo, y de paso un abrazo de fin de año, Felix

Equinox Fin de Semana dijo...

Sensacional nota Aldo!!! saludos

Aldo Macor dijo...

Felix, supieras cuantos recuerdos pululan ahora en mi mente,desde que la dejé libre de expresarse... sin miedo a pensar que soy pesado o que me repito, que mis recuerdos no interesan ya a nadie o que inclusive pueda yo parecer como fanatizado por un bando u otro de los dos Bandos de Entonces ( fascista o antifascista)

Aldo Macor dijo...

Continuo lo de antes:En realidad ponerse viejo es una gran mierda , contrariamente a lo que sostenia ese cretino de Marco Tulio Ciceron en su De Senectute. Pero sí, en algo hay una ventaja; probablemente la unica: que la edad autoriza y permite decir absolutamente lo que te viene en ganas, porque ya no te importa un carajo lo que piensan los demas de ti, ni sus reacciones, ni si reaccionan. Sin contar que en muchas legislaciones las personas ultraoctuagenarias son casi exentas de responsabilidad penal. Y ademas a mi edad es muy facil simular demencia senil ya que casi todos tenemos algo de eso: se trata solamente de acentuar un poco. A no ser que tenga razon mi hija:papá, inutil que tu camines con baston para que la gente vea que estas viejo y te respete mas. La gente ve que estas viejo, con o sin baston.
SIC TRANSIT GLORIA MUNDI.

Unknown dijo...

Realmente excelente Me he convertido en una fan, y poniendo el link suyo, no dejo de levantarlas para Informe Uruguay

Aldo Macor dijo...

Helena, me alaga lo de la fan. Permitame una pregunta: se quedó alguna palabra en el tintero? No logro entender bien lo que dices. Me aclaras?

Anónimo dijo...

Consuélate, aldo. Según Malaparte tus compatriotas desarmaron un tanque Sherman americano en apenas dos horas y lo "desaparecieron" del ejército aliado.
Angel

Aldo Macor dijo...

Si, anonimo angelito... si...es cierto, ...y los que desarmaron el tanque fueron unos especialistas: los Napolitanos !!! Pero hubo otra desaparicion, inclusive mas vistosa y tan vistosa que los Americanos nunca quisieron hablar de ella: del Puerto de Napoles desaparecio, completo y con su carga, nada menos que un buque!! Un buque Liberty...jajajaja
Y lo encontraron meses despues en aguas de Grecia, en el Historico Pireo.En tan malas condiciones estaba, que lo hundieron alli mismo, para que fuera al cemnterio de los Barcos Persianos de Ciro, Serse y Artaserxes.

Anónimo dijo...

Un cementerio ilustre para honrar a los "industriosos" napolitanos.
Larga vida al ingenio italiano!!!
Angel