26 oct 2013

L.-Personajes.- 50/54 JULIO ii


GIULIANO DELLA ROVERE
                                                                    JULIO II
                                   Papa del 1503—1513


Era un tipo simpático. Alto, de muy buen aspecto, noble, elegante, refinado, amante de las artes, de las buenas comidas y  de las bellas  mujeres; con grande personalidad y de carácter fuerte, a veces con explosiones de ira que lo llevaban  al turpiloquio y a la blasfemia como un carretero,  ayudó muchísimo a  artistas de la talla de Miguel Ángel y Rafael.

Giuliano estaba estudiando en un convento de Franciscanos, cuando un tío suyo fue nombrado Papa.  Suerte de uno al tener  a un tío Papa: el papa era  Sixto IV, quien   siguiendo las normas del nepotismo de la época, lo  nombró casi de inmediato  obispo y después Cardenal.  Y para el Joven Giuliano los obispados, con sus rentas, llegaran a ser nada menos que ocho,  incluyendo el de  Aviñón,  de gran importancia y bien suculento. Su tío lo enviará después a Francia como Legado Apostólico, y por su habilidad adquirirá gran influencia entre el Colegio Cardenalicio. Era de verdad un tipo muy hábil e inteligente. Su influencia durará  y aumentará aun después de la muerte de su tío, Sixto IV.
Giuliano, siguiendo las tradiciones romanas, tuvo varios hijos, que en aquellos tiempos se llamaban  eufemísticamente  nipoti, sobrinos del papa. Con una noble  romana  tuvo una hijita, pero Giuliano  generosamente,    le conseguirá un buen marido a su amante  y en la casa de otro Cardenal della Rovere, primo del Papa Sixto.
Gran enemigo de Giuliano era Rodrigo Borja, español.   Pero el primero a llegar al Papado fue Rodrigo, que se llamará Papa Alejandro VI  y   Giuliano no se resigna a este descalabro que le hizo el Espíritu Santo. Se apresura a denunciar a Papa Alejandro de haber sido nominado Papa no por la intervención de la Sagrada Palomita Blanca, sino por simonía y  una confabulación secreta.  Papa Alejandro VI  se pone furioso, obviamente. Giuliano le teme, se esconde, se escapa a Ostia y después a Paris donde trata de convencer al rey franco, Carlos VIII, el Afable, para conquistar Nápoles.
Sin embargo tampoco Alejandro VI era un niño de pecho y como contro mossa ofreció el Capelo Cardenalicio a un ministro poderoso y corruptible del Afable Rey de Francia;  y con eso  contrapuso sus maquinaciones a las maquinaciones del Della Rovere.

 En 1503 papa Alejandro VI Borja muere, quizás por malaria, quizás por veneno. Seguro que Giuliano no lo lloró. En este mismo año el Cardenal Giuliano della Rovere se transformará, por fin,   en  Papa Julio II.     desde San Pedro,  con la espada en la mano más que con la  cruz gobernará al mundo cristiano imponiendo su propia voluntad.  Había asistido obligatoriamente  impasible como el Papa anterior, Alejandro Borja  y su hijo Cesar,  dilapidaban el Patrimonio de San Pedro en beneficio propio; así que recién nombrado y durante todo su reinado trató de recuperar los feudos perdidos y acrecentar el patrimonio  del Vaticano y, obviamente, el poder de su familia.

Peleó de persona contra Perugia y Bologna, que pretendían mantener cierta independencia. Julio II ,  como dicho, tenia la Cuz y la espada. Como con la Cruz, o sea con la  excomunión no había conseguido demasiada obediencia, recurrió a las gentilezas de la espada y recuperó Perugia y Bologna;   y  para su paladar refinado recuperó el sabor de los chocolates   Perusina y las  fiambres de Bolonia.

Después fue el turno de Venecia.  Claro, porque la Serenísima era  demasiado poderosa. Entonces este diablo de papa, soldado y maquiavélico, tanto hizo y confabuló y prometió que logró  unir Franceses,  Austriacos, Húngaros  y España y Saboya y Florencia y Mantua contra Venecia formando la Liga de Cambray. La pobre Venecia, aun que poderosa, no pudo contra toda esta gente y el anatema del Papa. La Serenísima  fue vencida en la batalla de Agnadello.

Venecia no fue destruida sino  debilitada; y eso era lo que querría Julio II.   Una Venecia  débil y  desmoronada  le devolvería   al Papa amplios territorios en el centro de Italia. Así fue. Conseguidos sus objetivos, Julio II sencillamente se salió de la Liga que dejó de existir al poco tiempo. Naturalmente quitó la Excomunión a los venecianos, que pudieron seguir  yendo a Misa con las almas purificadas e relativamente obedientes a Roma

Este Papa implacable puso entonces su implacable mirada sobre Génova y Milano, en poder de los franceses.  Que Luis XII Francia hubiese sido su fiel aliado hasta pocos meses antes en la pelea contra Venecia era un detalle de poca importancia: la diplomacia vaticana inventó la Liga Santa, integrada por Venecia, ya purificada  y los Estados Pontificios.   otra vez al grito romántico y patriótico de “Fuera el Extranjero!”  a la Liga Santa se unieron  España, Enrique VIII de Inglaterra, Maximiliano de Austria y Suiza. El extranjero de turno para echar de la bota era ahora  Francia.  Y, mientras la Santa Liga se organizaba para intervenir, él sí intervino, directamente y  como capitán de sus tropas,  conquistado la pequeña ciudad de Mirándola, que se había atrevido a ser aliada de los franceses. A su vez Luis XII, en este ping pong de golpes y contragolpes, trató de convocar un Concilio en Pisa para debilitar la arrogancia del  Papa. Hubiera podido ser otro cisma. Pero el Concilio fracasó. Otra victoria del Espíritu Santo y de Julio II. “A la guerre! “, gritaron entonces los franceses. Sus ejércitos era muy bien equipados y entrenados seguramente habrían  ganado si el jefe militar francés, el habilísimo Gaston de Foix no se hubiere muerto como un tonto en el campo de batalla. Sin jefe valido, los franceses poco a poco retrocedieron y traspasaron los Alpes con la cabeza agachada.

 Siguiendo en su jueguito de endulzar a sus aliados y futuros enemigos, Julio II siguió usando con otra tanta  habilidad sea la espada que  los anatemas con contornos de  bulas apostólicas. Favoreció a Fernando el Católico por la ayuda que éste le había dado para expulsar de Italia a los franceses: y maquinó para que se instalara en el Reino de Navarra.  Pero también siguió maquinando  cuando vio que los españoles estaban convirtiéndose a su vez en nuevos amos de Italia. 

Al fin Papa  Julio II tuvo que morirse  como normalmente sucede a todos los mortales por más que sean representantes de Dios en la tierra  y cuando todavía  no se había desmarañado  la gran maraña de alianzas maquiavélicas  que había tejido con  todas las potencias europeas.

 ¿Fue un gran Papa?

 Sin duda fue un gran monarca, guerrero y mecenas de las artes. Como soldado recuperó tierras para su Monarquía Teocrática tratando una unificación de toda Italia. Y como Príncipe del Renacimiento su amistad y admiración para artistas de la talla de Miguel Angel y de Rafael,  y de tantos otros  pudieron dejar a los siglos venideros bellezas  de arquitectura, pintura y escultura. Porque ese Papa, entre otras cosas, inició la construcción de la Basílica de San Pedro en Roma. Y ¡ cuanto gritó y cuanto  blasfemó contra su amigo Miguel Angel para que le terminara antes de su muerte el fresco en la Capilla Sextina!

Miguel Angel se vengó, jocosamente,  de los acosos del Papa, representándolo con la figura del Diablo en una parte bien visible de lo que será el fresco más famoso del mundo: La Capilla Sistina.

Eran ambos dos gigantes. Y a los gigantes se les permite cualquier cosa.

 


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Es difícil pensar que con personajes como Erasmo y Lutero pudiera darse algo parecido al Renacimiento Italiano, pero ¿tenían que ser los Príncipes de la Iglesia tan lascivos, corruptos, personalmente deshonestos, desalmados políticamente para propiciar semejante comunión de las artes? Se puede. Lo sabes, Aldo.
Angel.

Aldo Macor dijo...

Te pregunto, Angel: en un eventual QUIEN HUBIERA PREFERIDO SER TU... la RESPUESTA (APUESTO EN ELLA) habría sido: Prefiero la independencia cultural de Erasmo o la tenacidad reformadora de Lutero, O mas bien la lascivia corrupta y culta de los Príncipes, laicosa o religioso del renacimiento italiano? Trata e ser franco. Tu amigo Aldo

Anónimo dijo...

Estoy leyendo tu pregunta hoy 16 de Noviembre y me pones un un gran aprieto: claro que prefiero los valores de Erasmo y Lutero. Pero también necesito esa explosión de luz que significó el Renacimiento Italiano. Al final cuando uno conoce una persona maravillosa no inquieres por las virtudes de su madre y de su padre. Lo importante es que está allí dándonos un regalo con su presencia enriquecedora. Lo mismo puedes aplicarlo con los personajes que hicieron posible el Renacimiento.
Angel.

Aldo Macor dijo...

Si,Angel, es cierto. Como el pintor necesita una buena combinaciòn de colores para lograr lo que èl quiere, asi el hombre en general necesita esa mexcla de aparentes contradicciones que son los varios episodios manifestaciones del espíritu humano.Es el eterno revolverse, el renovarse, el " panta rei" de Heràclito. Era Heràclito?Heràclito? Pobre memoria, cuanto empieza a fallarme...