Un pot pourrí de
consideraciones
desordenadas.
Hace dos días he leído en la prensa italiana:
“En un apartamento de cuarto piso en Italia, en la ciudad de… se encontraban padre e hijo (el padre hombre de 50 años y el hijo más joven (sic), pero ya adulto. Debido a fuerte incendio en la casa, el hijo, aterrado, quiso escapar del fuego y se lanzó de la ventana. Abajo, en la calle, estaba un transeúnte...” El cual transeúnte no se hizo de lado para evitar que el volante le cayera encima. El transeúnte se colocó lo mejor que pudo en la trayectoria de la caída y agarró al tipo en sus brazos. “Los dos cayeron arrastrados violentamente al piso… y ahora ambos están en el Hospital...”
Es un hecho de crónica poco usual. Quizás alguna otra persona hubiera tratado de salvar a un bebé… quizás…Pero no a un adulto cuya fuerza de choque por la altura debía de ser notable. Si mis recuerdos de escuela no me fallan mucho, creo recordar que la aceleración por gravedad tiene un valor de 9 y algo por m/segundo al cuadrado. Más o menos. Mi liceo fue hace mucho. Si consideramos eso por la altura de cuatro pisos y la masa del cuerpo, tenemos un peso impresionante para recibirlo como regalo del cielo. Sin embargo ese transeúnte hizo el intento de salvar una vida ajena arriesgando la suya propia. Hecho que yo definiría sin duda como heroico o inconsciente, pero sin duda de generosidad.
La noticia en la prensa terminó allí. No decía que tipo de herida reportaron las dos personas. Ni dio los nombres. Ni otros detalles.
Con la excepción de uno solamente, escrito en un rinconcito pero que no escapó a mi curiosidad: pero ese detalle, enunciado en passant en la prensa, me impactó.
La persona que pasaba en la calle, no era otro italiano. Ni tampoco era otro europeo.
Era “solamente” un pobre inmigrante, uno de los tantos pobres inmigrantes que han llegado a Europa en los últimos lustros, con los bolsillos vacios y la cabeza llena de esperanzas. Y son tantos, ahora, y de colores y costumbres tan diferentes de nosotros y entre ellos; pero no han tenido la suerte que en otras épocas tuvimos nosotros, los europeos, porque cuando emigrábamos nosotros, llegábamos a países en buenas condiciones económicos. Ellos, los que ahora emigran a Europa, llegan a países cultos, refinados, ricos, pero quizás viejos, ya en decadencia y últimamente en graves crisis económicas: lo cual aúna motivos para que la mayoría de los europeos los vean con antipatía. Ni que fuera culpa de ellos. Comprensible en algunos casos, es antipatía-rechazo ni más ni menos de cómo y cuando lo yankee nos llamaban despectivamente WASP a los italianos, y nos catalogaban de piojosos y mafiosos. El problema no es tan sencillo, hay varios factores que han producido la intolerancia. No es el sitio para hablar de eso ahora. La conclusión es que por un lado nosotros ahora los necesitamos; pero por el otro los soportamos a duras penas.
Justamente uno de esos emarginado fue quien salvó, a riesgo de su propia vida, la vida de un italiano aterrorizado, según la noticia de la prensa.
Pero, ¿quién era ese emigrante? ¿De dónde venía?
Ese emigrante venia de un país que para nosotros los Italianos viejos, de más de setenta años de edad, trae a la mente recuerdo de horrores.
El emigrante venia de Marroco. Era un marroquí.
Algo me llevó a buscar una vieja película usando este invento tan útil y tan peligroso que es Internet. La película era de Vittorio de Sica como Director. No recuerdo ahora el año, pero era el periodo del Verismo Italiano, todavía en blanco y negro, con la Sofia Loren en sus primeras actuaciones. Ralf Vallone…con su mirada limpia. La Ciociara se llamaba la película; Las Dos Mujeres en su versión en Castellano. Me costó conseguirla pero la conseguí. En ingles. Bueno, pero la conseguí. Y volví a ver la escena terrible del asalto de la manada de marroquíes a las dos mujeres, la madre y la hija, una chiquilla de quizás 15 años, que quedaron violadas y golpeadas y sin conocimiento, tiradas en el piso, entre sangre, violencia y vergüenza. Y aquella piedra, que la madre desesperada al recobrar conocimientos lanza con odio inútil contos la camioneta de los oficiales Aliados “blancos” que aparecen poco después, es un grito de horror. Quizás los oficiales no entendieron la tragedia, o no quisieron entenderla, pero fueron ellos los responsables, en fin, de las atrocidades de sus tropas coloniales. Me revolvió el estomago, esa película vuelta a ver a distancia de más de medio siglo.
Quizás estoy insistiendo demasiado en este blog con los recuerdos de eventos tan feroces. Pero esas antiguas imágenes se clavan en la mente de uno. No se borran nunca. La persona que ha vivido en su propia carne los inevitables excesos de las guerras o revoluciones nunca podrá olvidar. Así ha sucedido con los hebreos, que a veces pueden parecer patológicamente insistentes con sus cazas a ex nazistas ya reducidos a viejos dementes; y con de algunos chilenos en su tenacidad contra el ex-decrepito Pinochet. Algo parecido con los “democráticos” de hoy en día contra militares, dictadores y dictadorcillos, en varios casos bien apoyados a sus comienzos. Hay que haber tenido un hijo desaparecido para saber de la tragedia de las madres de la Plaza de Mayo.
Pero la mayoría de las gentes quieres olvidar. Y la mayoría de la gente tiene razón. En el mundo todo cambia. Constantemente. La inteligencia, grosso modo, es adaptación al ambiente.
Es posible que el abuelo de ese emigrado marroquí en Italia haya violado la abuela del mismo italiano que salvó.
Pero nada le quita valor humano a esa acción de hoy en día.
Y esa acción debería servir de mónito, advertencia , de recuerdo y enseñanza, para tratar de eliminar o al menos reducir tantas intemperancias de hoy.
El marroquí que hace casi un siglo fue delincuente y violador, hoy nos salva la vida. Los chinitos que hace dos siglos nosotros enviciábamos en el opio para nuestro beneficio económico, hoy en día quizás nos salvan de la crisis económica. Al Cristóbal Colon que antaño era considerado un hombre notable, hoy en día en Venezuela le tumban la estatua por criminal de guerra.
¿Quieres una linda frase latina, mi especialidad, para cerrar ese post de alguna manera?
Acqui va:
SIC TRANSIT GORIA MUNDI. (*)
***
(*) Antiguo mónito al Papa recièn elegido.Literalmente: Asi pasa la gloria en el mundo
menos literalmente:todo cambia.
4 comentarios:
Lo que tienes qaue hacer es ver películas como La Cena de Ettore Scola y dejarte de torturar con lo que han hecho, hemos hecho y nos han hecho. ¿No tienes nada mejor que recordar?
Tu amigo Angel.
Nelson, mi amigo del Club ( no el Almirante), comentó:
…Muy bueno el artículo en el que el marroquí salva al italiano...pero...No habrá levantado los brazos para cubrirse él?
Una nota muy lúcida, Aldino. Ciertamente; "así pasa la gloria por el mundo". Un mundo que cambia vertiginosamente; para consternación de los que lo habitamos.
Muy buena Aldo, muy buena!
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