Dante: El ultimo verso del ultimo cantico del Infierno.
Más de una vez estuve ya escribiendo con insistencia sobre el mismo tema; como comentario a los comentarios de gentiles comentaristas de mis comentarios : la salida de un Geriátrico, o sea “mi” salida del MAGNA Residencial para el Adulto Mayor, spa, Cinco Estrellas, en Carrasco, Uruguay.
¿Por
qué tanta insistencia casi patológica en escribir? Porque escribir, para mí, son
varias cosas juntas, corresponde a diferentes exigencias entre las cuales
existe la que los psicólogos creo llamarían “descargar las emociones”.
Me
impactó enormemente todo el entourage de esos dos últimos años
transcurrido allí, en ese Residencial, siendo yo uno de los veinte y
tantos Residentes: uno más del montón, como quiso aclarar irónicamente un
empleado de allá a mis inevitables e instintivas pretensiones de trato
especial.
Claro
que en mi vida ha habido eventos impactantes, de los que
marcan; superados ya, por suerte.
¿No
ha sido impactante el último examen cuando por fin “se salía” licenciado
del Liceo Clásico (Humanidades) en Italia? En mi época, cuando Italia era
un poco más seria que ahora y con el examen ultimo de licenciatura dejábamos
la pesadilla de 8 años de estudio de latín y cinco de griego. Y, ¿no era algo
impactante cuando la chica nos decía, aliviados ambos, que…había sido solamente
un fuerte retardo?
Pero
el último evento impactante hoy en día, a mis 83 años, fue la salida
del Geriátrico. Me sentí como A RIVEDER LE STELLE, como he dicho
ya, parafraseando al poeta sublime. Y llevado de la mano no de Virgilio sino
de mi hija Leila que se confió en que superara el test por mi
recuperada libertad. Me dio la llave de su apartamento en
Montevideo, me lo ofreció sin reservas exactamente al cumplir los dos años de
con-vivencia con los viejitos. Preparé mis maletas. Un grupito reducido
entre enfermeras, auxiliares y un par de profesionales me sorprendieron
con una íntima y tierna despedida casi a escondidita y que aprecié muchísimo.
La cocinera se había esmerado con una torta al chocolate que por suerte la
nutricionista no logró prohibir porque no la vio. Y el brindis a la coca
cola fue más efervescente y sincero que con un Don Perignón.
Había
entrado en el Residencial dos años antes, para una solución provisional o
definitiva, emotivamente golpeado por una situación familiar de la cual me he
considerado responsable. Pero con el tiempo logré superar una depresión
que hubiera podido afectar una personalidad más débil y pude vencer la
casi normal apatía que afecta a casi todos los ancianos.
Los
propietarios habían mostrado casi al
unísono una especial consideración y simpatía para ese italiano que veían
casi solo, viejo, sin conocer a nadie y aceptaron ciertas pretensiones
mías que a cierta edad y condiciones solo colindan con lo patético.
Y me encargaron actividades culturales para teórica distracción de los demás
residentes y que en realidad fueron de utilidad solamente para mí. En fin
pasaron los dos años. Entre charlas-conferencias semanales, algo de
piscina, algo de paseos en bicicletas, los 54 retratos al carboncillo que hice
a residentes, familiares de residentes, enfermeros y demás empleados, algún que
otro partido de ajedrez o de bridge, una especie de muestra fotográfica de
eventos de los últimos cien años y otras iniciativas mías, pasaron los dos
años. Y aprendí.
Claro
que aprendí. De cada evento en la vida se puede aprender algo. Y lo que
aprendí es la confirmación de lo que desde tiempo ya me había supuesto: no hay
que llegar al punto de ser un viejo semidemente resignado. Hacer lo que
sea, alfanje en la mano, si necesario, pero nunca llegar ni nunca dejarse
llevar a esa situación ignominiosa.
Bueno,
por ahora salí...Salí a riveder le
stelle… Como dijo otro italianito.
Estoy
ahora en mi nueva residencia. Decoré el pequeño apartamento con el entusiasmo
de mi garçonnière hace 60 años y espero ansioso las visitas de amigos y
amigas a los cuales deleitar con los cuentos de mi fabulosa vida, con
unos quesos que sean quesos y vino que sea vino.
3 comentarios:
Me alegró muchísimo la noticia de que ya está en el "bulincito" en lugar del Residencial. Espero que se adapte a su nueva residencia-decorada por usted- ("No es lo mismo aserrín que pan rallado") y sobre todo lo que más me alegra es ver que salió con la frase optimista del Dante a "volver a ver las estrellas". Le deseo lo mejor. Espero recibir por mail las futuras alternativas.
Cordialísimos saludos
querido Maestro,hoy dia de pascua con gran alegria encontre algo de usted le pido programar un campeonato de carboncillo en vivo en cual quero participar atras de un tablero de ajedres es usted una joya aunque no lo crea,y no se me quede callado,le digo la verdad no se como funcciona esto y si hay limite pero me gustaria tener mas reflecciones suyas aca mas seguido
Alfa Segovia !!!
po favor, mandame tu email-.... Debo enviarte algo por correo electronico, y no lo consegui aqui...
mi correo es. macor@usa.net
Ciao,,,
lo espero,,,
besos
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