Junio 1944 Eran las últimas horas de los
alemanes en Roma. Muy poco después, llegarían los americanos vencedores.
Todos éramos
flaquitos y casi todos acomunados por una situación de hambre endémica, quien
más quien menos. Nosotros, mi familia, mi papá, mi mamá y mi hermanita,
vivíamos en ese piso 11, donde el ascensor a veces funcionaba y a veces no. Por
los milagros de las soluciones ingeniosas que desde siglos los italianos hemos
siempre dado a situaciones difíciles, en Italia y en Roma en especial, aun
durante los periodos más intensos de la guerra, el agua potable llegaba
siempre.
A veces no llegaba
hasta el piso 11, por debilidad en el suministro de energía eléctrica; pero las
teníamos abundantes, siempre, en las miles de fuentes y fuentecitas romanas de
agua fresquísima, buena y potable, que han sido siempre orgullo para Roma,
desde cuando los Cesares construyeron esos acueductos que seguían funcionando a
través de milenios. Benditos sean los esclavos que piedra por piedra los
levantaron y benditos los arquitectos romanos que supieron construirlos bien.
Así que el agua siempre la hemos tenido.
La electricidad,
no siempre.
Para precisar: la
poca luz eléctrica que gastaban las modestas bombillitas de la época, no faltó
nunca en las casas. Nunca; y habría que comentarlo eso a ciertas compañías
eléctricas de hoy en día que después de 15 minutos de musiquitas idiota cuando
por fin logras escuchar al teléfono una voz semi humana y te atreves a
preguntar algo sobre el servicio, te contestan : hubo un corte, y cuelgan.
La que sí faltaba,
a veces, era la mayor cantidad de electricidad para los ascensores. Gastaban
mucha corriente y si no era suficiente, el ascensor no funcionaba. Y a pie por
once pisos, entonces. Entrenamiento para el Everest. El portero, un buen hombre
que se definía medio fascista y medio socialista y que era solamente todo
cretinoide, que usaba peluca y que por ironía se llamaba Narciso, aun que hubiera
corriente, la cortaba los domingos por las mañanas, para que las viejitas
católicas burguesas tuvieran que pagar su adicción a la Santa Misa. Así
entendía su simpatía por Lenin.
El gas sí, hubo
periodos que no lo teníamos en absoluto. Para preparar o calentar las escasas
comidas se usaba aquel poco de electricidad que teníamos, suficiente para las
hornillitas caseras que se habían inventado. Y ¿para lavarse? ¿Para las vascas
de baño? ¿Para las duchas? ¿Quién carajo se lavaba en invierno, no habiendo calefacción
en las casas y con el agua casi a cero grados? A medio lavarse el culo, las
bolas y las axilas, con un potecito de agua caliente. Y ¿la ropa? ¿Cómo se
lavaba? ¡Sabañones, amigos, sabañones! Las lavadoras, secadoras, heladeras,
frigos y demás aparatos eléctrico de hoy en día, estaban todavía en la mente de
Dios.
Bueno, ese era el
panorama. Entonces un día, que fue el último día de los alemanes en Roma, desde
la ventana de mi casa, veo, como abandonado en un lado de la calle,
probablemente por falta de gasolina, nada menos que un camión enorme con
remolque. Animado del deseo de ayudar a mi familia para conseguir algo que se pareciera
a una comida decente, bajé a ver cómo era eso del camión abandonado. No había
soldados, no estaba el centinela vigilante de siempre. Eran las últimas horas
de la tarde. Me acerco al camión abandonado. Le doy una vuelta, lo estudio. Era
un Camión del la Wehrmacht, del Ejercito alemán. Estaba vacío, sin carga de
ningún tipo. A ver: Un camión mas el remolque, podrían tener, no lo recuerdo en
absoluto, pero lo puedo reconstruir, más o menos 10 cauchos el camión de
tracción y quizás 10 o 12 el camión de remolque. Un total de más de veinte
ruedas, con reel y caucho…. Italia es un país que produce muchas cosas lindas:
artistas, músicos, cantantes, arquitectos, descubridores, viajeros, flores,
mafiosos, una cocina super para adelgazar, pero… Dios Omnipotente que todo lo
ve y todo lo sabe, no permitió que en Italia se diera la planta del Caucho. Así
que el Caucho era un producto preciosísimo. Y en guerra, queridos blogueros,
todo lo precioso es motivo de cambio. Y lo que se pide a cambio era… COMIDA!
De inmediato se me
acercan unos cinco o seis chicos de mi edad, más o menos, llegando de un
pequeño barrio popular allí cerca. Eran los que mi mamá llamaba muchachos de la
calle, mucho más despiertos que los hijos de los burguesitos, a los cuales yo
pertenecía.
Pero, no sé cómo
fue, tomé la iniciativa: hablando en dialecto que me vino instintivo al verlos
les dije: los militares dejaron este camión.
Vamos a quitarles
los cauchos a ver si podemos hacer treque con algo, con comida. De acuerdo?
Pero solo nosotros, no vamos a meter otra gente!
Consintieron
todos. Acuerdo entre burguesía y proletariado. Se convino que ellos me
ayudarían a sacar dos cauchos ya que yo no tenía herramientas y tampoco sabía
hacerlo. Me los llevaría, por supuesto y ellos se llevarían todo lo demás. Y
así fu
Tuve que subir a
pie, solo, las dos ruedas pesadísimos de camión por 11 pisos. Los llevé a la
casa. Buen entrenamiento no solo para el Everest sino para toda el Himalaya.
Mi mamá feliz
porque pensó ya en un intercambio con Antonelli, el gordito propietario de
carnicería quesería y fiambrería. Mi papá, que veía de muy mala manera estas
actitudes de ARREGLO FUERAS DE LAS REGLAS, no dijo nada, no se opuso, se dio
cuenta que era necesario pero se le notaba el mal humor.
Poco después
sobrevino la preocupación.
“Aldo ¿te han
visto mientras los… robabas?”
Querida mamá… ¡le
costaba usar la palabra ROBAR!
“¿Te vieron
mientras subías los cauchos?”
No asomamos a la
ventana. Era ya casi de noche.
Pero se notaba
claramente que el camión ya era un esqueleto de camión. Debían de haberse
robado absolutamente todo, motor incluido. Canibalizado completamente. Y ¿las
estacas de madera del remolque para quemarlas como leña? Todo es posible, en
una hora. En guerra. Cuando hay necesidad.
“¿Y ahora?”, decía
mamá. “¿Si llegan los alemanes, y se dan cuenta?” “ Si alguien te vio a ti y te
denuncia?” Escondimos los dos cauchos debajo de dos camas, la mía y la de mi
hermana, que eran camas grandes, antiguas, altas, que habían pertenecido a la antigua
familia de mi papá desde tiempísimos: ¿Para esconder debajo de la cama el noble
joven amante sorprendido y ahora el prosaico caucho robado? Conclusión: al día
siguiente mamá hizo el negocio, el treque, la permuta, el do ut des. El
Carnicero fiambrero nos quitó los dos cauchos y con ellos el miedo a la policía
y nos dejó dos jamones crudos que no veíamos desde años!
Y con esos dos jamones
comimos no sé cuánto tiempo.
A la salud de los
alemanes, del fiambrero, de la ayuda de los nuevos amiguitos de la calle.
Y ¿a la semana? Y a la semana se supo que la familia Macor
tenía dos jamones, enteros buenísimos… pero que no tenían pan.
Entonces los
vecinos del edificio, no todos, pero algunos y comenzando por los vecinos y
amigos, o quizás los que tenían más olfato, venían a visitarnos, vestidos de
saco y corbata según las costumbre burguesitas de la época. E después de pocos
preámbulos que eran hablar mal del presente y añorar el pasado, abrían su
maletín, sacaban algunos panes conseguidos quién sabe cómo, los cortaban y
nosotros les poníamos fetas de jamón y ellos nos daban en cambio el pan que
ellos tenían, así que todos comíamos pan con jamón.
Faltaba solamente
el vino. Pero eso era pedir demasiado.
¿Qué ha quedado de
eso en mí?
Una coincidencia
curiosísima: que cuando el otro día mi hija Leila en Montevideo me invitó a
comer un pan especial (chabata) con jamón crudo excelente en un negocio nuevo
en Carrasco, el Café Martínez, de una amiga suya, mientras me saboreaba yo mi
sándwich chabatta con jamón y una estupenda cerveza alemana la mente me llevó a
un difuminado recuerdo de cauchos robados y a la Wehrmacht.
“¿Sabes, Leila,
que hace 55 años por unos sándwiches así, tu papá arriesgó el fusilamiento?”
9 comentarios:
Sensacional Aldo, y de paso un abrazo de fin de año, Felix
Sensacional nota Aldo!!! saludos
Felix, supieras cuantos recuerdos pululan ahora en mi mente,desde que la dejé libre de expresarse... sin miedo a pensar que soy pesado o que me repito, que mis recuerdos no interesan ya a nadie o que inclusive pueda yo parecer como fanatizado por un bando u otro de los dos Bandos de Entonces ( fascista o antifascista)
Continuo lo de antes:En realidad ponerse viejo es una gran mierda , contrariamente a lo que sostenia ese cretino de Marco Tulio Ciceron en su De Senectute. Pero sí, en algo hay una ventaja; probablemente la unica: que la edad autoriza y permite decir absolutamente lo que te viene en ganas, porque ya no te importa un carajo lo que piensan los demas de ti, ni sus reacciones, ni si reaccionan. Sin contar que en muchas legislaciones las personas ultraoctuagenarias son casi exentas de responsabilidad penal. Y ademas a mi edad es muy facil simular demencia senil ya que casi todos tenemos algo de eso: se trata solamente de acentuar un poco. A no ser que tenga razon mi hija:papá, inutil que tu camines con baston para que la gente vea que estas viejo y te respete mas. La gente ve que estas viejo, con o sin baston.
SIC TRANSIT GLORIA MUNDI.
Realmente excelente Me he convertido en una fan, y poniendo el link suyo, no dejo de levantarlas para Informe Uruguay
Helena, me alaga lo de la fan. Permitame una pregunta: se quedó alguna palabra en el tintero? No logro entender bien lo que dices. Me aclaras?
Consuélate, aldo. Según Malaparte tus compatriotas desarmaron un tanque Sherman americano en apenas dos horas y lo "desaparecieron" del ejército aliado.
Angel
Si, anonimo angelito... si...es cierto, ...y los que desarmaron el tanque fueron unos especialistas: los Napolitanos !!! Pero hubo otra desaparicion, inclusive mas vistosa y tan vistosa que los Americanos nunca quisieron hablar de ella: del Puerto de Napoles desaparecio, completo y con su carga, nada menos que un buque!! Un buque Liberty...jajajaja
Y lo encontraron meses despues en aguas de Grecia, en el Historico Pireo.En tan malas condiciones estaba, que lo hundieron alli mismo, para que fuera al cemnterio de los Barcos Persianos de Ciro, Serse y Artaserxes.
Un cementerio ilustre para honrar a los "industriosos" napolitanos.
Larga vida al ingenio italiano!!!
Angel
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